La mayor infección es la patología del miedo: el Coronavirus, una lección que no debemos aprender
Estamos viviendo una etapa sin precedentes, los tránsitos planetarios de Júpiter (Tránsito de Júpiter en Capricornio), Saturno (Tránsito de Saturno en Capricornio) y Plutón en Capricornio, -que no se observaban desde la edad Media-, están causando estragos.
¿Qué tiene en común aquella etapa de la historia, periodo archiconocido por ser una época de oscuridad, plagas y miseria, con la de ahora? Pues que también es una etapa de oscuridad y desolación cuando el miedo invade y se vuelve contagioso.
Utilizando el análisis y la simbología cabalística, diría que estamos en plena debacle existencial, en plena travesía del desierto, como aquella que llevó a los antiguos hebreos a vagar durante 40 años en busca de la Tierra Prometida, y ¡la tierra prometida en este caso es la que está libre del Coronavirus!, una infección que está atacando, en realidad, más los nervios que el propio organismo. No serán 40 años, pero se aplica la cuarentena, tal y como son 40 los días de ayuno que propone la cuaresma, todo para limpiar el organismo de toxinas, pero creo que habría que empezar por estar 40 días desconectados del “gurú” televisor, que es quien básicamente genera pánico y desafección.
Solo buscando una explicación fuera del circuito “oficial”, puedo tratar de entender lo que está pasando.
La plaga del miedo
Una plaga real se está apoderando de las mentes debilitadas por la avalancha de noticias que enganchan: es la pandemia del miedo. No hay nada que debilite más el sistema inmunológico que el temor, nos aleja del amor y es cuando un simple resfriado, una gripe, una afección de las vías respiratorias se convierte, -para quien la sufre-, en una amenaza viral, aunque el virus se halle en las antípodas.
Hay quien asegura que esta variedad del Coronavirus salió del laboratorio de una importante empresa farmacéutica que lo inoculó para fabricar una vacuna y hacerse de oro…; otros cuentan que ha salido de los mercados de abasto asiáticos, de carnes sospechosas…, y a todo esto el incesante eco de los medios de comunicación, -que reivindican su derecho a informar-, hacen royalties cuanto más dispersan el drama, por lo que, si no te llega el virus, no te preocupes que te intoxicarán igual mediante la tragedia y el pánico, y así la pandemia se extiende y emponzoña.
El Orthocoronavirinae, apelación científica de este virus que recibe este nombre debido a sus puntas en forma de corona, tenía la excepcionalidad, hasta el momento, de afectar solo a los animales; su mutación ha originado el contagio en humanos, ¿será que no conseguimos controlar los instintos, que es precisamente lo que representan simbólicamente los animales, y la falta de conciencia de nuestra “divinidad” nos está debilitando?
La coronación de la inconsciencia
Soy consciente que estoy siendo oficialmente incorrecta con mi análisis exo-científico. Es que de entrada un virus que lleva el nombre de “Corona”, ya me tienta. A Kether, en la cima del Árbol Cabalístico, se le conoce como precisamente la “Corona”, es la cúspide de la Creación donde se origina la existencia, que partió de una “Nada” repleta de energía ilimitada para desplegar la vida misma. Por lo tanto, esa “Corona” pretende generar un movimiento, una crisis, provocar una reacción. Y si se me permite, un virus que lleva el nombre de un estado superior, debe estar desafiando a nuestra conciencia, y de hecho, el Coronavirus está poniendo en jaque a científicos y estadistas, empezando por el estado mayor chino, obligando a tomar medidas extremas, a ejercer un control sobre lo que realmente importa más que la política de las ideas, y es limpiar la atmósfera, mejorar las condiciones higiénicas, la salud de su sociedad, dejando en evidencia enormes irregularidades. ¿Cómo es posible que en China, donde se practica la MTC, (Medicina Tradicional China), y que obtiene tan extraordinarios resultados, existan tales contrastes?
Me resuena un frase ejemplar de Albert Einstein: “El Campo energético es el único gobernante de la partícula”, es decir que el Coronavirus es el resultado de un campo energético desestructurado; si a campo le asociamos mente y a partícula, cuerpo, tenemos claro que una falta de conciencia de la “Corona” acaba sembrando el caos en el organismo, se trate de un tejido físico o social. En nuestro microcosmos quien manda en el cuerpo es sin duda la mente, el corazón le pone la emoción, si perdemos la cabeza, la coherencia, y si nos enganchamos al temor en vez de al amor, los virus “amenazarán” nuestra condición humana.
Los que conservan aún algo de lógica y coherencia nos dicen que este virus no está afectando a más gente de lo que una gripe viral suele aquejar cada año; también nos aseguran los profesionales de la medicina que este virus está perturbando sobre todo a personas que ya tienen problemas respiratorios, o con el sistema de defensas muy débil; lo que se reservan de afirmar es que el miedo es uno de los principales factores de riesgo en nuestra psique.
El antídoto, la vacuna
Sea o no un virus diseñado en un laboratorio, venga o no de la carne muerta de murciélago, más allá de cualquier especulación, bulo o certeza, la cuestión más relevante es que se ha creado la necesidad de desinfectarlo todo, de protegerse detrás de una mascarilla, (que cada cual analice lo que significa); hay que limpiar el aire, los alimentos, pero tal vez se trate más de purificar la mente de esa epidemia de aprensión.
Que se trata de una patología vírica de la que hay que protegerse, es evidente, sobre todo las personas en situación de riesgo, pero de ahí a caer en pánico absurdo y gratuito alimentado por la contaminación de los agoreros del desastre, va un abismo.
¿Cuál es el mejor antídoto?, pues como decía Kabaleb, “quien beba del depósito del Amor Supremo, (Hochmah), nada debe temer por su salud”, la vibración del amor nos protege de cualquier afección.
¿Pero qué podemos aprender de toda esta estrategia de auto-sabotaje?
Tal vez el propósito del Coronavirus sea hacernos reaccionar con la conciencia puesta en esa parte Kether-Corona de nuestra personalidad, la que clama la Voluntad de trascender, de elevarnos, de buscar un remedio no solo para paliar los efectos de esta patología, sino para ser mejores, para mantener un nivel de vida más saludable, más conectado con la sabiduría de la naturaleza. No deberíamos seguir aprendiendo con una regla de la que no nos desenganchamos nunca: “al revés te lo digo para que me entiendas”. Este virus pasará como otros tantos que le precedieron, pero, ¿seremos capaces, ¡oh divinos humanos!, de entender de una vez por todas la lección?
Coronavirus en clave astrocabalística.
Excelente! Gracias, Milena, desde Argentina. Tu análisis es agudo y sabio. Digna heredera de Kabaleb. Gracias. Gracias.
Coronavirus en clave astrocabalística.
Excelente! Gracias, Milena, desde Argentina. Tu análisis es agudo y sabio. Digna heredera de Kabaleb. Gracias. Gracias.
Muchas gracias Alejandra!
Muchas gracias Alejandra! Espero que aprendamos de esta crisis y sepamos mejorar como humanidad. Mi Padre de be estar observándolo desde el Oriente lejano!
Un fuerte abrazo a ti y a todos los Hermanos de Argentina!
En respuesta a Coronavirus en clave astrocabalística. por Alejandra Ferreiro