Al fin los 12 candidatos se preparan para vivir una experiencia única, inefable y altamente concienciadora.
72 horas para la cuenta atrás. (21)
La respuesta a la convocatoria en la Central de ADM, evidentemente, resultó un éxito, y la selección estaba hecha, los 12 escogidos para la Cumbre estaban fichados. El sistema de clasificación fue fácil: se creó una alerta en el programa de clasificación con el nombre de los seleccionados descartando a todos los demás. Se les anunció el resultado, se les notificó el ingreso y se les citó en el mismo aeropuerto rumbo a ese lugar desconocido… que dejaría pronto de ser secreto.
Se reunían por primera vez en la cola del embarque, el personal que les guiaba, -que no era otro que uno de los grupos de los 72 de Arriba, en concreto los HD8-, eran los encargados del primer protocolo oficial de contacto. Después de una breve presentación, -ya tendrían tiempo de conocerse-, embarcaron, tomaron sus asientos y se les señaló que el trayecto sería un poco largo y que se relajaran, que era el momento de “soñar”, (y nunca mejor dicho porque en realidad, de eso se trataba).
Alguno reclamó conocer de inmediato su destino, en concreto, el representante del colectivo de Empíricos Obstinados, que se puso un poco tenso, le costaba tanto soltar el control, lo que le recriminó ES8, del grupo de Contestatarios por Sistema. Por suerte, CS4 de los Empáticos Emocionales, consiguió calmarlos. Se les facilitó entonces una dirección de vuelo: la Isla Cumbre, lo que bastó para tranquilizar a todos los participantes, que se lanzaban juntos a una aventura que les prometía la felicidad. Los supuestos representantes del Ministerio de Bienestar y Salud, junto con los organizadores del evento y programa AT72, les dieron la bienvenida y les señalaron que el experimento se iniciaba a partir de este mismo momento; con las alas surcando el cielo, los 12 emprendieron camino.
A los pocos minutos del vuelo, una música celestial, por describirla de alguna manera, inundó toda la nave. Las notas de la melodía tenían efectos sedantes gracias a la especial composición de sus frecuencias vibrando unas octavas por debajo del umbral de los ciclos de ondas cerebrales de un normal estado de vigilia, sumiendo a los 12 integrantes de la expedición en un sueño profundo, meditativo, con la intención de conectar con su supra-conciencia, ese lugar de la psique donde pocos acceden voluntariamente ya que supone dejar atrás los condicionantes de una permanente automatización.
El propósito era que ese trance les proporcionara, en definitiva, lo que prometía el folleto del anuncio, pero sin tantos baños de sol y agua o comidas gourmet, se trataba de otra clase de registro:
¿Qué mayor placer y felicidad que contribuir a la unión de todos los colectivos, los de Arriba, los de Abajo, los de Gehinom, para un propósito tan encomiable como elevado como es salvar el Gran Proyecto del Gran Apagón?
La aventura más alucinante de sus vidas estaba a punto de comenzar, pero todo debía hacerse con su consentimiento y para ello se iba a emplear una técnica expresamente diseñada para esos 12 seres excepcionales.