Las 4 fases de la Luna forman el ciclo lunar, un micro ciclo dentro del macro cosmos. Podríamos decir que, en el campo cuántico, todas las emociones que se expresan guardan relación con la Luna, luminaria que ascendió en Astrología a la categoría de planeta.
La Luna se mueve dibujando 4 fases en la bóveda celeste que van desde la Luna Nueva, pasando por el cuarto creciente, la Luna Llena, al cuarto menguante.
Cada una de estas fases afectan de manera diferente a nuestra existencia, desde el ámbito más personal e íntimo, a las actividades profesionales y físicas. La Luna y el Sol marcan el ritmo de vida de la evolución en la Tierra del mundo mineral, vegetal, animal y humano.
Los antiguos solían seguir mucho el desarrollo lunar, porque la Luna pone de manifiesto nuestra personalidad inconsciente, y para la Astrología Cabalística, y para la Cábala, es Yesod, es el depósito de la memoria de todos los Sephiroth del Árbol de la Vida, y por lo tanto nos permite cristalizar objetivos, que hayamos sembrado durante la primera fase lunar.
Las 4 fases de la Luna
La Luna, en su recorrido, pasa aproximadamente cada dos días por un domicilio zodiacal, en astrología, seguimos su estela en las tablas de efemérides para saber en todo momento dónde se sitúa.
La Nueva Luna o Novilunio
Cuando la Luna se sitúa entre la Tierra y el Sol se produce la Luna Nueva, es decir que solo vemos su cara más sombría, o lo que es lo mismo, no la vemos, el Sol nos la esconde. La Luna en esta fase se sitúa en el mismo signo y grado que el Sol. Es cuando se produce un aspecto que llamamos de “conjunción”.
En la Nueva Luna la fuerza de atracción de la Luna y el Sol se suman, por lo que su influencia en la Tierra aumenta. Es un periodo en que las aguas se vuelven más sensibles, las mareas ejercen un punto de atracción máxima, la Tierra encubre un ciclo que está a punto de empezar y la atmósfera presiente un cambio que determinará en gran parte el clima atmosférico a lo largo de todo el ciclo lunar que va desde el Novilunio al Plenilunio. Es un momento decisivo, como un parto. El día mismo de la Luna Nueva suele ser un momento de incertidumbre, el inicio de un periodo de generación o regeneración de energías.
Por otra parte, el signo zodiacal en el que se encuentre determinará la clase de acontecimientos que pueden suceder durante este periodo. La fase de Nueva Luna invita a tomar conciencia de la voluntad de acción respecto al objetivo programado. Es un tiempo de preparación para impulsar ideas, acciones, decisiones. Marca el principio de una nueva etapa que se activará en cuanto se dibuje en el cielo la primera y tenue curva que indica que la Luna empieza a crecer.
Cuarto Creciente
Cuando la Luna se separa del Sol, lo que llamamos en astrología la cuadratura de ida, propone distintos enfoques de la energía femenina. Es el momento de activar al máximo la semilla-proyecto que plantamos. Igual que en la siembra de cualquier semilla, hay que nutrir la tierra del propósito sembrado, cuidarlo, es decir activar la voluntad y transformarla en acciones concretas. Es un momento de máximo dinamismo para que el objetivo vaya tomando forma. Dicen que la Luna miente, porque cuando dibuja una “D” en el cielo, no está de-creciendo, sino creciendo.
La Luna Llena o Plenilunio
La Luna está alta en el cielo, brilla en todo su esplendor en una esfera casi perfecta de luz. Es un momento mágico, el punto máximo de distancia entre la Luna y el Sol; se encuentran frente a frente, y es el llamado aspecto de oposición; la Luna y el Sol se sitúan en signos opuestos y la Tierra se coloca en medio de los dos. Es el momento de máximo apogeo de los deseos que se originaron en el Novilunio, o sea que nuestra planta ha tenido que germinar, los propósitos se encuentran en fase de exaltación. Los instintos campan a sus anchas, en pleno desarrollo, posiblemente presos de una excitación especial.
La Luna es caprichosa y cambiante, con sus luces, (Luna Llena), y sus sombras, (Luna Nueva), y por lo tanto es difícil llegar a dominar sus ensoñaciones. Muchos son los propósitos sembrados, proyectados inconscientemente y que culminan en la Luna Llena, de ahí la fama de descontrol y fascinación que suele acompañar al Plenilunio, con el poder oculto y exultante que se le atribuye. Hay mucha susceptibilidad en el ambiente, mucha emoción sin control, estallan los sentidos, todo se vive de forma muy intensa, el amor, el dolor. Suelen salir a la luz sentimientos, nacimientos, partos, expresiones del ser que habían quedado ocultas a la luz. El Sol ciega la Luna en algunos casos, en otros, le imprime mucha exaltación, seducción y conquista, todo dependerá de cómo se viva.
Cuarto Menguante
La última fase lunar se produce cuando la Luna se sitúa de nuevo a 90º del Sol, es la cuadratura de vuelta. Su esfera en el cielo disminuye hasta llegar a formar una gran C en el cielo, y está de-creciendo. Es la Luna de “luz ceniza” o de “claro de Tierra”. Está más cerca de nuestras realidades materiales. Es el momento de recoger los frutos obtenidos, que serán más o menos positivos o abundantes dependiendo de lo que hayamos plantado, de los cuidados administrados, del impulso y de las acciones emprendidas para conseguir los máximos resultados. Es un final de etapa, no es el momento de impulsar acciones, sino de dar por finalizados procesos, situaciones que deseamos cerrar, acuerdos que sellamos. Es el balance dentro de este micro ciclo; descartar, liberarse, despedirse de tendencias o experiencias caducas u opresivas. Se acaba el ciclo lunar hasta el siguiente, y durante este tiempo es conveniente meditar acerca de lo que no funcionó o empezar a proyectar para la nueva etapa que empezará en breve.
En el siguiente artículo analizamos las influencias de las fases lunares en el nacimiento.