El Mundo de Atziluth, donde se sitúa Kether, corresponde al arquetipo de la inspiración, de la chispa que llega sin mediador, que se revela a nuestro espíritu como un fulgor. Es el Yo puro, el espíritu supra-individual y universal identificado con el alma, con el Éter, la quintaesencia de nuestra manifestación trascendente.
Kether, el primero de los Sephirah y primero de la Columna del Centro, recibe varios nombres: El Punto Primordial, el Punto dentro de un Círculo, El oculto de los Ocultos. El Nombre de Dios atribuido a Kether es Eheieh, que podríamos traducir como Yo Soy, pero dado que la energía de Kether es la del torbellino que implica la actividad cósmica en pleno movimiento para la creación del universo, su energía está fuera de toda experiencia humana salvo para los ojos del alma sumida en la contemplación.
Su número es el 1, fuente de todos los números de la creación. Abstracción pura. En ese estado la mente no puede valorar lo que es Kether si no es mediante el símbolo. Es, por definirlo de alguna manera, el principio activo de todo lo que ES y lo que no ES.
A Kether no se le llega por la vía del intelecto, sino por la vía de la Sabiduría y del Reposo. Es el Secreto de los Secretos como dicen los cabalistas porque se cubre de los Velos para llegar al Uno de la personalidad y provoca su desbordamiento. Los cabalistas expresan a Kether como el Malkuth de la Existencia Negativa. Kether no expresa una posición en el espacio, sin embargo su centro está en un punto y su circunferencia en ninguno. Kether es un estado o condición de la existencia misma.
La esencia misma de Kether es de una trascendencia absoluta, pura, y permanece eternamente misteriosa. Es el "Aïn Sôf", el ilimitado. Es la Voluntad Suprema por encima de todos los misterios, por encima del principio y el fin. Es realidad sin condición ni definición. Nos es muy difícil entender lo que Kether parece ser, ya que su definición se nos escapa. Es todo lo existido y por existir, la posibilidad de vida sin fin. Las pistas que disponemos para entender lo que emana de Kether están contenidas en las letras hebraicas que forman su Nombre, Khâf-Tâv-Reish. Resumiendo esos conceptos, diremos que el poder de Kether es el del máximo receptáculo cósmico capaz de concebir, recibir y mantener la vida en su más alta vibración, expresando el ciclo completo de la vida. Es la experiencia espiritual, lo inmanifestado y lo manifestado; el equilibrio perfecto; lo absoluto; la Luz.