Del estado de alarma oficial, al estado de quietud interior
Ya estamos oficialmente en estado de alarma en España, -aunque ya lo estábamos desde hace días a tenor de los bombardeos informativos de todos los medios de comunicación-, pero ahora la oficialidad nos da permiso para espantarnos con razón, -por si quedaba alguien que se resistía a ceder al pánico generalizado-.
Un escenario caótico
El goteo de información es incesante, llegan WhatsApps, (ese medio totalmente fidedigno más rápido que el rayo), y nos cuentan, por si se nos ocurre no mirar la televisión, que hay especialistas que saben mucho, que afirman que TODOS vamos a sufrir el Covid-19, -sin pretexto ni excusa alguna-, como decía Kabaleb; que unos lo vivirán asintomáticamente, otros enfermarán leve, otros grave y algunos morirán.
Y publican listas, de pueblo en pueblo, de las estadísticas de los posibles contagios, ya que todo está calculado para que te prepares y recibas al CoronaVirus, como ese inquilino indeseable que por lo visto no tienes opción de rechazar. Y si en la ciudad al lado la estadística dice que hay menos probabilidades, pues para allá que me voy…
Y nos dicen que, sobre todo, nos blindemos del exterior para minimizar el contagio. Y tenemos que ser responsables y solidarios, ciudadanos ejemplares, y salir solo para reponer el papel higiénico y alguna cosa más, (hablando del papel higiénico, me he preguntado insistentemente ¿por qué la gente hace acopio de tantos rollos?, y solo he podido responderme que será, si me permite la palabra, porque están cagados de miedo! )
En fin, deseaba poner unas notas de humor a tan explícito panorama, porque sin cuestionar las medidas que se toman para frenar el contagio que seguro que van a surtir efecto, me pregunto si a todo ello alguien de la oficialidad ha pensado en las medidas que deberían tomarse también ante la plaga del pánico descontrolado. Porque digo yo, los virus del miedo también son una amenaza para el sistema inmunológico, y eso no te lo cuentan, y hoy día lo saben todos los doctores del mundo.
¿Se preocupa alguien de paliar los efectos de la contaminación emocional provocada por el temor y terror a enfermar? La justificación en muchos casos, es que el derecho a la información da poder, si sabes, puedes prevenir. Pero en mi opinión la prevención no solo debe consistir en tomar medidas facultativas, burocráticas y tecnológicas, sino también hay que aplicar medidas preventivas de conciencia para minimizar los efectos del pavor inducido.
Los efectos colaterales beneficiosos
El caos creativo es homeostático, se acaba regulando a sí mismo pero, mientras tanto, desconcierta. Pero hay que sacar punta a las circunstancias, creatividad e ingenio, porque el confinamiento que nos proponen, 15 días o los que sean…, puede ser altamente beneficioso. Siempre se aprende mucho de las crisis, ya sabemos que son oportunidades, y cuando nos relajamos, cuando parece que nos olvidamos de aprender, vuelven a aparecer para recordarnos que tenemos que seguir evolucionando.
El poder de la imaginación
Propongo unos ejercicios imaginativos que pueden ayudar a pasar divinamente este tiempo de confinamiento:
Imaginad unos días en casa, unos días de reposo, de desconexión con el mundo exterior, para aprovechar y pensar en el programa de vida. Unos días para distanciarse de los gurús mediáticos, saboreando la existencia en vez de estar pendientes de los virus, orgánicos o informativos.
Imaginad reinventaros, dar un cambio a vuestra vida, a la profesión, a la forma de relacionaros, porque cuando todo parece incierto, es cuando más hay que reafirmarse y cuando las supuestas “amenazas” pueden ayudar a cambiar patrones de comportamiento y tomar grandes decisiones.
Imaginad que estos días de aislamiento son ideales para dedicar más tiempo al amor, a la comunicación, al estudio, a las pasiones que siempre se están dejando de lado por falta de interés o de tiempo.
Imaginad pasar más tiempo con las personas queridas, física o virtualmente, dedicarles momentos entrañables, escuchar sus sueños, sus deseos, sus decepciones y solucionar muchos problemas enquistados.
Imaginad estar con los hijos compartiendo sonrisas, comidas, intereses comunes y dispares; películas pendientes de ver, deberes que nunca se acaban, momentos de complicidad, de felicidad, de sueños, reencontrándose en un espacio y un clima amoroso.
Imaginad, visualizad que otro mundo es posible, un mundo sin lacras, ni virus que infecten, porque este tiempo de recogimiento permite bucear en el interior, permite conocer y comprender las farsas de poder, ayuda a diseñar nuevas estrategias, nuevas realidades más basadas en el Yo Soy que en la conveniencia del que debo o de lo que me obligan a ser.
Imaginad la magia que se puede crear desde ese espacio de recreo, porque lo que se suspende, en realidad, es solo la actividad exterior, pero la acción interior se incrementa al ritmo del corazón cuando late por la vida, por la recuperación de valores gracias a ese tiempo que nos están concediendo; por sentir y disfrutar de la sencilla quietud del alma en busca de más espacios de amor y conciencia.
Imaginad, imaginad que todos los anhelos se convierten en realidad…, que hay otra manera de ver y vivir la existencia, la salud, las relaciones, otra manera de ser… humanidad.
Ahora además de imaginar, pongámoslo en práctica.
Excelente Milena. El poder de
Excelente Milena. El poder de la imaginación hecho conciencia conseguirá doblegar a todos los virus.
Hagamos que estos días triunfen el amor, la comunicación familiar y el reencuentro con nuestra alma.
Muchas gracias Aurora, que
Muchas gracias Aurora, que así sea para nuestro mayor bien! Un gran abrazo de Luz.
En respuesta a Excelente Milena. El poder de por Aurora
Gracias Milena
Que píldora de sabiduría maravillosa dentro de tanto caos y tanta información viral. Imagino... y pongo en práctica!!!!
Gracias Milena por la luz y la conciencia
Muchísimas gracias Myriam!!
Muchísimas gracias Myriam!!
Tus palabras me sirven de aliento para seguir compartiendo. Esa empatía es un verdadero tesoro!
Un gran abrazo de Luz
En respuesta a Gracias Milena por Myriam