Solsticio de invierno: la Puerta de los dioses
Es el solsticio de invierno, en el que se celebra el regreso del Sol porque los días crecen y después del triunfo del Sol-conciencia en nuestro interior, (solsticio de verano), que nos ha hecho más conscientes y sabios, podemos sentirnos dioses creadores. La llamada Puerta de los dioses, -cuando los días empiezan a alargarse-, supone el nacimiento de una nueva personalidad.
Es un momento de profunda celebración, pero más íntima y personal. El invierno es una etapa de recogimiento climatológico, pero según el cómputo cabalístico, es un periodo 2º He, siguiendo con el movimientos YHVH, Yod-He-Vav-He del Tetragrama Sagrado:
- Yod: equinoccio de primavera.
- He: solsticio de verano.
- Vav: equinoccio de otoño.
- 2ºHe: solsticio de invierno.
Por lo tanto, nos indica una etapa del año en la que realizarnos, en la que expresar toda nuestra creatividad, planes, objetivos, propósitos que plantamos en la etapa anterior, es decir en primavera, y que ahora ya están a punto de realizarse. Si fuésemos capaces de seguir el movimiento YHVH en todo su potencial, cada proceso que empezase en Yod, acabaría dando sus frutos en 2ºHe.
Tomar conciencia de todo ello nos puede facilitar las cosas, nos permite ser más conscientes de lo que iniciamos y darle un seguimiento. A menudo vemos relaciones, negocios, situaciones que no han terminado de empezar y ya están abandonándose sin cumplir esas 4 fases: inicio, interiorización, exteriorización y cristalización. Pretendemos pasar del Yod al 2º He en un abrir y cerrar de ojos y así nos van las cosas.
Para estar seguros de lo que hacemos debemos observar si los impulsos sembrados o iniciados en periodo Yod tienen continuidad. Eso no significa que sistemáticamente debamos impulsar en primavera y recolectar en invierno, hay asuntos que requerirán el paso de este tiempo, y otros no, pero dentro de cada experiencia podemos comprobar si hemos seguido esas 4 fases: si hemos puesto la voluntad en marcha, (Yod), para asumir emocionalmente, internamente, ese propósito, (He); si hemos puesto nuestra inteligencia al servicio de ese objetivo, escogiendo bien los materiales para que la exteriorización se haga en condiciones óptimas, (Vav), y que el resultado, (2ºHe), sea la culminación perfecta.
Tanto si estamos en un hemisferio o en otro, los rituales más efectivos son aquellos que se han instalado en nuestro interior; los que asumimos a través de los campos morfogenéticos de conciencia, es decir cuando nos conectamos con la naturaleza, nos sentimos parte de la misma y logramos hacer las cosas al ritmo que les toca.
Para el solsticio de invierno, la toma de conciencia de ese Sol que va a ir elevándose en el cielo nos anuncia un periodo de crecimiento personal. El día del solsticio podemos realizar un saludo al Sol para cruzar la Puerta de los dioses. Hay en esta dinámica, que los practicantes de Qigong conocen muy bien, una conexión con la respiración del Qi o energía vital del cuerpo y con la de la naturaleza exterior. Saludar al Sol equivale a entrar en esta dimensión interna para que desde el leb o corazón podamos sintonizar con esa energía del Amor que nace en estos días de diciembre, cuando el signo de Capricornio se activa y nos permite construir una personalidad basada en la fidelidad a nuestro Yo Superior.
De los antiguos griegos aprendimos en qué consistía el culto a Apolo, dios de Sol y padre de la medicina. Los kouros, o terapeutas lo invocaban para realizar sus tareas de sanación en las mejores condiciones. Poseemos la magia y la técnica de estos iatromantris, la hemos heredado, solo cabe redescubrirla y reactivarla adecuadamente, y ser capaces de penetrar en esa dimensión o puerta virtual, captar la energía de esos dioses o guías de luz y alcanzar una mayor conciencia de quiénes somos y de nuestro poder interior.