EL TAUMATURGO: El hombre del más allá
Segundo episodio
El hombre que no debía morir
En el episodio anterior referí un caso que no podía ser evitado, (la explosión del avión supersónico Concorde), puesto que el accidente había acontecido ya en los Mundos de Arriba antes de suceder en el mundo físico. Pero las cosas no son siempre así y a veces esa clase de desenlaces se pueden evitar.
El caso que contaré a continuación es más frecuente de lo que nos pensamos, habitual para nosotros, los que trabajamos al otro lado de la vida; es un caso también relacionado con los aviones. Se trataba de salvar a un hombre que debía viajar en un avión que también iba a sufrir un accidente durante un vuelo transcontinental.
No tengan la menor duda de la realidad de nuestras intervenciones, cuando los periódicos, la tele y la radio informan sobre catástrofes aéreas, siempre hay casos curiosos de personas que debían encontrarse en el avión, que tenían el billete en el bolsillo, pero que por una circunstancia insólita, se acababan quedando en tierra, siendo así salvadas de una muerte segura.
Pues, a partir de ahora, cuando ustedes se enteren por los medios de comunicación de una de estas noticias, tengan la certeza de que uno de nosotros, uno de nuestro equipo de “salvación” intervino para que la persona en cuestión no llegase a estar en el punto de mira de estas situaciones.
Aquel día recibí una llamada telepática de mi Superior confiándome otra de mis misiones. Había que ingeniárselas para lograr que el día siguiente por la mañana, un hombre, (que llamaremos Juan), que ya tenía el billete en la cartera, no subiera al avión.
No pedí aclaraciones respecto a las circunstancias o causa por las cuales yo debía intervenir. Mi Ángel-jefe sabe muy bien que conozco perfectamente el protocolo. Pero quisiera revelarles algo a propósito del funcionamiento de la mecánica cósmica divina.
En el mundo invisible, que llamamos mundo astral, actúan varios grupos de Ángeles, entre ellos el grupo conocido con el nombre de Ángeles del destino. Velan, vigilan para que el destino de los seres humanos se cumpla cuando tienen reservadas algunas experiencias ineludibles, tanto en el aspecto más positivo como en el aspecto negativo. En este caso concreto que nos ocupa, ellos -los Ángeles del destino-, nos encargaron reunir en el avión toda una serie de personas que tenían marcado en su programa traspasar accidentalmente. Eso no significa que desde las Altas Instancias se programen de forma aleatoria crueles acontecimientos o muertes atroces. Lo que ocurre es que si estas personas, debido a sus acciones en vidas anteriores y por hechos cuya responsabilidad les incumbe totalmente, necesitan vivir esas tragedias, así sucederá.
Juan formaba parte de este grupo de personas que debía morir en el accidente de aviación y fue por este motivo que los Ángeles del destino removieron las circunstancias para que este hecho fatídico se hallara en la trayectoria de la vida de Juan.
La pregunta que puede surgir entonces es: ¿Por qué reprogramar la circunstancia de Juan, salvarlo y dejar morir a todos los demás?
La respuesta se encuentra en uno de los enigmas más increíble de nuestra trayectoria humana.
Por sus actos en alguna vida anterior Juan debía morir. Pero en su existencia actual manifestaba una tal bondad que la medida de gracia se iba moldeando día a día y el bien que hacía merecía que su destino fuese modificado. Sus actos de altruismo y sus sentimientos amorosos se propagaban alrededor de él como una onda expansiva de gran calado. Hay que puntualizar que la bondad es siempre portadora de una enorme fuerza benéfica. Primero esa fuerza actúa en el interior, favoreciendo la naturaleza intima y las tendencias personales. Después esta onda se propaga al exterior influenciando otras personas y el alcance de sus efectos acaba formando una cadena sin fin de amor que recorre toda la tierra para al final regresar al interesado, que acabará reviviendo y asumiendo todos los beneficios de todo el bien que su voluntad amorosa ha ido produciendo.
Pero respecto a mi misión, yo no podía actuar directamente sobre Juan revelándole su destino, presentándome de repente para decirle: “El avión que tienes que tomar tendrá un accidente y caerá de noche en alta mar”. Ni que decir que o no me creería, o lo alteraría de forma muy poco constructiva.
Por otro lado, no estamos autorizados a develar los misterios del cosmos de esta forma; tiene que ser la conciencia del individuo la que los vaya descubriendo gracias a su trabajo interior. Lo que sí podía hacer era crear circunstancias normales o naturales que hicieran imposible el viaje de Juan en el avión del accidente.
Me puse manos a la obra y después de examinar varias situaciones, opté por utilizar un medio muy convencional: un agente de policía de tráfico.
Se trataba de un policía motorizado que circulaba todos los días por la autopista que conduce al aeropuerto. También hay que decir que era un hombre que se merecía progresar y que la interacción entre Juan y él acabaría siendo beneficiosa para ambos, recibiría el justo pago por su oportuna colaboración.
Tuve que ponerme a reorganizar ciertas cosas, ya que el horario del recorrido diario de aquel policía por esa autopista no coincidía con el momento en que Juan conduciría su coche hacia el aeropuerto. Para que se encontrasen era necesario que el policía se retrasara ese día. Mi idea era que el policía obligara a Juan a detenerse bajo el pretexto de acceso de velocidad, el tiempo necesario para que el avión despegase sin el pasajero que debía salvarse.
¿Qué debía hacer para que el policía motorizado se retrasara?
Empecé por visionar la vida de aquel policía. Pude constatar que estaba casado con una mujer muy nerviosa y que sufría con cierta frecuencia de crisis de ansiedad. Me trasladé a la casa del policía y su mujer. Me encontraba en el dormitorio, no en mi cuerpo físico, sino en mi cuerpo astral, invisible a sus ojos; no podía actuar físicamente, pero tenía la posibilidad de actuar emotivamente sobre su psiquismo, y aquella mañana, antes de que el agente motorizado saliera de casa, decidí provocar en la mujer un estado de ofuscación, influenciando su mente con la idea de una posible infidelidad. Esta mujer era de naturaleza muy celosa, de lo contrario no cabría la posibilidad de albergar tal clase de sentimientos en su psique porque no hubiera sido sensible en ningún pensamiento ajeno a sus propias tendencias. Pero siendo la desconfianza y los celos algo muy familiar, se dejó llevar de inmediato por esa sugestión.
Se sentía desconfiada y con sus reproches desató una fuerte escena emocional; El marido proclamaba su inocencia, y ella exteriorizaba sus sentimientos entre lágrimas y quebrantos. Su esfuerzo por consolarla provocó que él llegara tarde a su trabajo.
Sería muy largo contar todas las maniobras que tuve que efectuar aquella mañana en los diversos despachos de la brigada de tráfico de carreteras para finalmente conseguir mi propósito: hacer coincidir a Juan y el agente motorizado en la autopista que le conducía a su destino. Solo faltaba sugerirle a Juan que acelerara la velocidad induciéndole a pensar que iba con retraso. Me instalé en el coche, en la banqueta de detrás, actuando siempre con mi cuerpo etérico y empecé a gritarle: ¡Acelera! ¡Acelera! ¡Venga, acelera, que vas justo de tiempo para llegar al vuelo!
En cuanto vi que apretaba a fondo el acelerador, me precipité sobre la moto del policía con el propósito de que prestara atención al coche de Juan que pasaba justo por su lado y para que lo persiguiese, detuviese el coche y multara a Juan por exceso de velocidad.
El automovilista afirmaba una y otra vez no haber excedido el limite de la velocidad; el policía sostenía lo contrario. Juan le solicitó al policía, primero con gentileza, que agilizase los trámites de la multa para pagarla rápidamente puesto que tenía que tomar un avión. Pero el policía motorizado (siguiendo mis sugestiones mentales) actuaba con una extrema lentitud. Incité a Juan al nerviosismo, era fácil, el terreno estaba abonado desde la misma mañana en su casa. Juan perdió al fin los nervios y acabó insultando al policía. En ese momento me invadió una gran satisfacción por el deber cumplido, sobre todo cuando de ese deber depende la vida de una persona.
El agente motorista estuvo sublime, magnífico en su intransigencia, detuvo a Juan y unos agentes vinieron a buscarlo para conducirlo al puesto de mando y control de la policía de carreteras. Lo retuvieron allí más de una hora.
La indignación de Juan fue indescriptible amenazando a todos aquellos policías que en realidad le estaban salvando la vida; Les dijo que por su causa había perdido el avión y que los denunciaría por abuso de autoridad!
Más tarde, cuando las noticias anunciaron la catástrofe, Juan supo que el avión que debía haber tomado se había precipitado al mar y que nadie se había salvado, sintió un tal agradecimiento hacía el policía, hacía todos los que habían intervenido en su detención, que el llanto de la emoción le desbordó durante un buen rato. ¡Era para meditarlo a fondo!
A partir de aquel momento la providencia se manifestó de forma muy sorprendente en la vida del policía. No se lo podía creer, todo le salía bien, la suerte le sonreía. Nunca supo, claro está, que todo se debía a su gesto noble e inconsciente de haber salvado a Juan.
Tengo que aclarar que si tuve la posibilidad de utilizar al policía y a su esposa es porqué ya existía en ellos predisposiciones favorables para esta clase de acción. La trama del destino es muy compleja para nosotros, pero es relativamente fácil para la organización cósmica en general y para los Ángeles del destino en este caso, de quienes ya hablaré más adelante.
muchas gracias ♡♡♡
Milena muchas gracias por compartir los relatos del taumaturgo, me han gustado mucho y veo en ellos muchas coincidencias, gracias de todo corazón, un fuerte abrazo y muchas bendiciones siempre ♡♡♡
Muchas gracias a ti Lorena
Un placer escribir con estos bonitos comentarios, siempre estás ahí para animarme. Eres un cielo!!
Un abrazo grande
En respuesta a muchas gracias ♡♡♡ por Lorena Salvo - Chile
Hola, se podría explicar este
Hola, se podría explicar este caso como una reencarnación dentro del propio cuerpo para entendernos. Fantástico que se puedan violar ciertas leyes universales por orden jerárquica celestial a través de los 72AG.
Respuesta
Hola, podría ser de la forma en que lo planteas. Ciertamente existen casos en los que seguramente ha pasado así. Pero en este relato Kabaleb se refiere más a que la misma persona sigue con su vida actual y se "salva" de tener que pasar por el trance de desencarnar y volver luego a la vida. El libre albedrío consiste precisamente en poder mandar sobre las circunstancias y para ello también contamos con ayudas "superiores".
Gracias por tu comentario y plantear esa pregunta que sugiere tantas cosas.
Un abrazo
En respuesta a Hola, se podría explicar este por Anónimo
El hombre que no debía morir
Hola Milena,
Me encantan estas experiencias. Y te agradezco infinito que las compartas. Los ángeles siempre tejen muy fino.
Besos preciosa
Esther C.
Los Ángeles en la Tierra
Y tú eres uno de ellos, Gracias Esther, preciosa, tu sensibilidad capta bien el mensaje de mi Padre. Un abrazo inmenso y amoroso!!
En respuesta a El hombre que no debía morir por Esther Cerón
En el hecho que narra habla
En el hecho que narra habla de reencarnación, si una persona volverá a la vida en otro cuerpo físico diferente al suyo, y con todo los sucesos marcado de todas su vida pasada, para que salvarle la vida, si volverá a nacer de nuevo para la reencarnación no hay muerte solo hay transmutación.
Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; hasta su memoria queda en el olvido Biblia ECLESIATES 8:5
Gracias por tu comentario
Entiendo que si alguien se salva cuando tenía que morir será porque la trayectoria de "ese" destino se modifica y tiene que seguir acumulando experiencias.
En respuesta a En el hecho que narra habla por Anonymous