El ser hermafrodita se escindió de su mitad y desde entonces ansía el reencuentro.
El goteo de atentados contra la energía femenina, -la mal llamada violencia de género-, está siendo una tremenda lacra y un tristísimo récord en España, con un rastro de desconsuelo e impotencia ante un hecho que en el siglo XXI debería haber pasado a la historia como la peste negra. No llevo el macabro recuento en otros países, pero probablemente se trate de una especie de fiebre maligna que contagia a quien está sumido en una total oscuridad, secuestro y desolación emocional. Atentar contra la vida de un ser humano es la peor de las condenas para el alma, que solo se redimirá dando luz a quien se la quitó en una próxima encarnación.
Para quienes entendemos la vida como un rosario de anécdotas y un abanico extraordinario de oportunidades de desarrollo espiritual, sabemos que el amor es ese precioso carburante que alimenta nuestra vida y que nos permite superar las tendencias más primitivas de nuestra personalidad, aquellas que forman parte de nuestro pasado depredador. La ley busca la solución a todos los males a través de la represión, pero si a un homicida lo encierras en una cárcel y no lo liberas primero de su prisión interior, lo único que hará será acumular más sentimientos contrarios y vengativos porque la causa profunda de su mal está metida en los bajos fondos de un sistema de navegación tumoroso y, si ese patrón de comportamiento sigue adscrito a su psique, aunque se pudra o se muera en la cárcel, perderá la vida pero no la memoria celular.
El ser humano puede estar en crisis, pero definimos también la crisis como oportunidad. Pero en estos momentos los hombres y mujeres de la postmodernidad, aún habiendo ganado en calidad de vida, han perdido gran parte de su personalidad intrínseca tratando de asumir más roles de los que pueden admitir. El resultado es que la complicidad propia de la unión Yin-Yang versus modelos masculinos y femeninos, se ha convertido en un enfrentamiento para ver quién puede más.
Enrique Rojas define al hombre light como al que ha perdido sus valores e ideales, pero yo puntualizaría que se trata más bien del ser humano light, porque ambos sexos están a la deriva cuando el alejamiento es fruto de la incomprensión, de la falta de compromiso individual, es decir con la propia conciencia, y por ende con el colectivo, cuando el afán arribista supera el sentido de una ética solidaria.
La Cábala en la interpretación del Génesis nos habla del ser humano escindido que huye del paraíso para pernoctar por las catacumbas de una tierra hostil. Nos describe el modelo andrógino como un modelo de perfección que anhelamos reencontrar y así hemos creído que la fusión entre lo masculino y lo femenino era el estado ideal. Lo es en el sentido más profundo de la experiencia, cuando nuestras energías internas Yin-Yang están realmente alineadas con el propósito inicial, que es ser completos y felices, y es entonces cuando ya no necesitamos el reflejo exterior para conseguirlo. Mientras ese estado ideal no llega, nos vemos abocados a buscar el complemento y pretendemos que nos colme o nos sature de felicidad.
Pero partiendo de la base que ni siquiera las columnas de nuestro templo, Padre-Madre son perfectos, ¿cómo vamos a pedirle a la pareja, o a quién nos sirva de modelo o de espejo, que lo sea?
La violencia eximida contra la energía femenina no solo es un crimen contra un ser humano determinado, sino que es un grave atentado contra la naturaleza, contra el sistema genésico. No somos capaces de amarnos a nosotros mismos, de recuperar el paraíso interior y le exigimos al “otro yo” que nos lo sirva en bandeja.
Existen países en los que el modelo de relación basado en la sumisión sigue estando muy vivo, pero tiene los días contados, no solo porque una revolución social vaya a derrocarlo, sino porque va contra natura y ya sabemos que el sistema homeostático acaba en un caos creativo. Pero en países donde susodichamente el procedimiento se asienta en la igualdad de género, seguimos asumiendo una conflictividad que acaba en la morgue y culpamos, evidentemente, a los que empuñan el arma, pero eludimos la responsabilidad de quien debería ayudar a educar la conciencia individual y colectiva, padres, instructores y legisladores, que deberían trabajar coco a codo. El amor es una asignatura pendiente.
Mientras siga existiendo un día de reivindicación de los homosexuales, de los trabajadores, o de la mujer, de los separados, etc., seguiremos anclados en el pasado buscando la excepcionalidad en asuntos que deben formar parte de una sociedad igualitaria, cooperante, consciente y amorosa. Tal vez sería hora de celebrar la vida, pero no solo durante una jornada festiva, sino todos los días del año.
En inglés “siendo humano”/human being
Parece que en español el término “ser humano” denota que está clasificado y definido como entidad diferenciada del reino vegetal, mineral, animal... y sin embargo, en inglés, el empleo del gerundio human-“being” lo describiría quizá como que se encuentra en un proceso de continuidad. Imaginemos un “humano siendo”, en condición de mujer o de hombre como proceso evolutivo consciente... desarrollándose de una generación a otra y re-configurándose con respecto a su clan de procedencia y contexto social/cultural actual y del que nació...
—que reconociendo que procede de madre y padre, posiblemente ayude a no identificarse tanto con un género concreto/dual, sino como “siendo humano” en diálogo ”holista” con los otros reinos, Tierra y Universo. La imaginación o la mente conceptual quizá ayuden a ponernos metas, propósitos, objetivos... y sin obviar el corazón como nos recuerda con mucho acierto el artículo. Gracias nuevamente.
Gracias Arcadio!
Estoy totalmente de acuerdo contigo, el ser humano sigue en proceso de evolución, de continuidad, y muy acertado tu comentario acerca de evitar la permanente identificación del género, aunque en cada encarnación tengamos que ser alternativamente, -se supone-, hombre y mujer... para abrazar la visión más holística del mundo.
Muchísimas gracias por tu interacción. Un fuerte abrazo.
En respuesta a En inglés “siendo humano”/human being por Arcadio Naranjo