Tikun es una palabra que deriva del arameo y que en kabalah hace referencia a la rectificación, a la reparación y que se asocia al karma, (en sánscrito), es decir a la ley de causa y efecto. La Cábala, como tratado de comportamiento humano nos introduce en el significado de la vida. Comprender y asumir nuestro Tikun equivale a entender la profundidad de la existencia. Toda experiencia tiene su propósito, su fin, su sentido.
En el momento de nacer, la tradición nos dice que los Tronos o Ángeles del destino, van a ponerse de acuerdo con los Arcángeles o Ángeles escribanos para buscarle al ser en trance de encarnación las circunstancias necesarias para su evolución, empezando por los padres que son los que van a proporcionar las condiciones idóneas para facilitar el programa de vida y por ende, el Tikun.
No debemos confundir el programa del Yo Superior con el Tikun, aunque el Tikun se incluye en la misión del alma en su peregrinación. En una carta astral cabalística determinaremos el Sol como el punto de partida del nacimiento y por lo tanto del esquema del Yo Superior; el Tikun lo asociaremos al área donde se encuentra Saturno por una parte, pero también donde se ubiquen los nodos lunares y en muchas ocasiones también a Lilith, que tiene mucho que decir con respecto a las frustraciones acumuladas a lo largo de la existencia y que deben salir a la luz.
Nuestro Tikun perfila las “exigencias” de nuestra conciencia respecto a los problemas no resueltos del pasado; el incumplimiento de algunas asignaturas; la incomprensión de nuestras debilidades; los enfrentamientos que se repiten y los conflictos que parecen no dejar tregua.
Las lecciones pendientes no son el resultado de una culpa, de un “algo” que hicimos mal y que ahora tenemos que “pagar”, sino que son la consecuencia del contrato que un día firmamos como seres espirituales en busca de una experiencia material y que nos supimos asumir; que rehusamos aceptar, errando, fallando, comportándonos de forma inferior e inhumana. El Tikun representa esa resolución de conflicto entre el yo inferior y el Yo Superior.
Aclaremos que no existe un manual reglado, una fórmula mágica que evite los efectos causados por nuestras acciones, solo la auténtica toma de conciencia individual y el amor como expreso botiquín del universo (Hochmah), nos permitirá reparar nuestra existencia para volver a unir las 613 partes del alma dispersadas, (613 es también el número de mandatos de la Torah), de un alma hecha pedazos, rota y que ha experimentado mucho sufrimiento a lo largo de tantas vidas. Pero lejos de verlo como un drama, la comprensión de nuestros fallos nos lleva a la liberación.
Si entendemos que la posición de Saturno, de los Nodos lunares o de Lilith en una carta astral puede representar puntos de fricción, de conflictos o de drásticas tomas de conciencia, no vayamos a buscar en cada uno de los emplazamientos y aspectos de estos arquetipos, el efecto nefasto de sus influencias. No caigamos en la determinación que suele ser extremista en muchos casos, sobre todo por parte de quien busca o ve en la Astrología una predestinación. A lo largo de mis 30 años de estudios y análisis Astrocabalísticos, me he topado con personas que se decantan por la parte oscura de una ciencia que lejos de generar actitudes catastrofistas, nos propone conocernos mucho mejor.
La posición de los astros y en concreto de los que nos aclararán ciertas actitudes o situaciones con respecto a nuestro destino, debe abrirnos a la elevación, a la comprensión y a la transmutación, de lo contrario, la visión adversa condiciona nuestra conducta en vez de ayudarnos.
El Tikun, debe vivirse como una gran prueba, como una iniciación, no como una condena, sino seguiremos alimentando esa idea del temor de Dios tan propia de tiempos oscuros y que aún muchos “fieles” siguen perpetuando. Dios es esa parte divina de nuestra personalidad y reconocerla es dar vida a la auténtica misión encomendada a cada ser humano: la de volver a sentirse parte de ese gran Logos, de esa Unidad.
Cuando reconocemos nuestra grandeza, sabiendo que no hay almas elegidas sino almas que tienen el valor de elegirse a sí mismas, nuestro Tikun, se convierte entonces en el Gran Maestro de nuestra existencia.
Insisto, no hay manual que nos explique cómo superar las pruebas del destino, ni el emplazamiento de planetas, ni las reglas o los pautas que, seguidas al pie de la letra, van a resolver los problemas. Las leyes forman parte de la Creación, pero la interpretación de esas leyes, siempre es subjetiva. Por lo tanto, si pretendemos que alguien nos facilite un manual de instrucción para nuestro Tikun, estaremos buscando claves fuera de lo que tenemos que intuir y trabajar por dentro.
Una consulta acerca del Tikun debe ser muy personalizada, porque cada cual dispone de los emplazamientos planetarios adecuados para resolver sus conflictos, y descubrirlo con el consultante, revisar juntos los patrones de comportamiento será, en todo caso, lo que podrá ayudarle a tomar conciencia de sus bloqueos, de sus temores, de su inconsciencia, y no estableciendo unas normas generalizadas sobre las cuales elaborar un decálogo de referencia que le sirva a todo el mundo por igual.
Quien desea comprender su Tikun y corregirlo es quien busca a su divinidad interna y debe hacerlo a través del amor y no del autocastigo. Uno de los principios y preceptos más hermosos y elevados de la Kabalah es honrar y convertir la vida en una auténtica obra de arte, de alegría y de superación para acceder al pardés, al eterno paraíso interior.