Desde la entrada de Neptuno en Piscis en el 2011, en el que permanecerá hasta el 2026, coincidiendo con Quirón en este mismo signo del 2011 hasta el 2018, las aguas piscianas, las aguas de la humanidad cobran un especial protagonismo; un protagonismo por encima de todo emocional. Estamos asistiendo, en un periodo de supuesta modernidad y en una era de tecnología abrumadoramente avanzada, a tragedias sin parangón como la de las mareas humanas asaltando las costas de países que imaginan como su salvación, o engullidas en las tenebrosas tumbas de los océanos del mundo.
El Agua es un elemento que asociamos al arquetipo emociones-deseos, un elemento rebelde nos dice la tradición de la Cábala. Los deseos suelen impulsar la pasión del Fuego y se enfrentan al Aire de la razón provocando no pocas debacles en el fondo de nuestros abismos personales.
¿Es la pasión por alcanzar un sueño de una vida mejor lo que impulsa a miles de personas a dejar su tierra, inhóspita tal vez, pero a fin de cuentas su tierra, sus orígenes, para partir en penosas embarcaciones rumbo al mar-deseos que les lleve lejos de sus desdichadas vidas?... lejos, muy lejos de la razón…que sería poder vivir la paz de las oportunidades en la propia tierra, a salvo de la intemperie, de las tempestades…
Kabaleb decía en su Interpretación Esotérica del Génesis, analizando el origen de la Creación, que las Aguas son las causantes de las peores inundaciones pero también de las divinas redenciones, porque las Aguas encrespadas nos hacen zozobrar, pero también nos conectan con la pureza del corazón cuando hemos sido capaces de construirnos una Thebah, un arca, un recinto sagrado que nos permite resguardarnos de las tendencias que nos hacen naufragar, (Símbolo del Arca de Noé). La tendencia al diluvio es permanente en nuestra naturaleza interna y tenemos que aprender a nadar, a superar los deseos que nos arrastran a la debacle. Esa es la mayor de nuestras tareas en el actual periodo de manifestación.
Cuando la humanidad es incapaz de encontrar una solución amorosa a un conflicto emocional de tal magnitud, está claro que seguimos sin saber caminar sobre las aguas. Los conflictos del mundo no son ajenos a nuestras circunstancias, que nos pillen lejos no significa que no debamos implicarnos en resolverlos. Tener a miles de personas en dramáticas condiciones en barcos a la deriva, en tierra de nadie, rechazados por la sociedad en un mundo donde la súper producción y consumo de objetos inútiles supera en mucho la posibilidad de adquirirlos deja en entredicho nuestra eficacia como gestores de la sociedad del bienestar. Los modernos supermercados nos ofrecen doscientas marcas de galletas frente a la escasez de productos básicos a los que los más desfavorecidos deberían obligatoriamente tener acceso. Vivimos en un mundo de oportunidades tan mal repartidas, que el 10% de la población que administra el 90% de los recursos del mundo no es capaz de asumir su absoluta responsabilidad. Hemos creado un modelo social que motiva al que más tiene y condena al que pierde y así la crisis en vez de convertirse en oportunidad se estigmatiza.
Y qué dice la Cábala al respecto: que el libre albedrio es la piedra angular del universo formado, -Ain Sof Aur-, que escogemos lo que hemos venido a experimentar, -de acuerdo-, pero por encima de cualquier experimento existencial que nos hace vivir una vida tras otra, la energía del amor nos permite rescindir los contratos “malditos” que llevan a la desidia y como somos responsables no solo de nuestras propias acciones, sino también, colateralmente, de la de nuestros vecinos, lo que les ocurre a todos esos seres humanos que buscan su oportunidad y perecen en el intento, nos atañe, nos afecta, debe producirnos un compromiso de ayuda. Hay quien no es capaz de tomar las riendas de su propia existencia y hay que arrimar el hombro como sea.
La toma de conciencia es mucho más que un granito de arena, es una montaña cuando de forma sistemática produce una reacción en cadena.
El mal de muchos en ningún caso es un consuelo, sino una auténtica tragedia porque cuando permitimos que la falta de conciencia nos lleve a eludir nuestras responsabilidades, estamos fomentando actitudes contrarias a la dinámica sana del universo y nuestras aguas internas, nuestras emociones sufren las consecuencias.
A propósito del elemento acuoso, citemos el excelente trabajo del investigador japonés, Masaru Emoto, (1943-2014), el llamado el profeta del Agua, que dejó unos trabajos impecables sobre la memoria del agua. El agua, afirma, tiene alma y se trata de un elemento con un alto poder de conducción. Su composición molecular registra vibraciones, sonidos, sentimientos y pensamientos. Una gota de agua puede contener desde la vibración energética más sublime a la más densa y teniendo en cuenta que nuestro cuerpo se compone de un 70% de agua, parece evidente que la vibración que emitimos vuelve a nuestro propio organismo. Cuando expresamos amor, ese amor no solo le llega a quien lo profesamos, sino que acaba impregnándose en nuestros cuerpos sutiles, en nuestra agua interna y nuestras emociones se nutren a su vez de esa preciosa vibración.
Con los pensamientos hostiles pasará exactamente lo mismo. Los estudios de Emoto confirman lo que la tradición de la cábala nos describe, que cada elemento en la naturaleza forma parte de un todo; que hay un saber inherente que se deposita en la memoria del universo, y esta memoria está viva en nuestro interior, solo se trata de descubrirla; Emoto lo hizo respecto al agua.
Si el Agua conserva la memoria, los océanos registran entonces toda la información acumulada a lo largo de su existencia. ¿qué nos dirían de los que sintieron el agua como una fuente de vida, de alimento; o de los que sucumbieron bajo su presión, o de los que por desesperación se echaron al mar en busca de una oportunidad; de los que vencieron y salieron a flote y de los que se ahogaron en sus profundidades?
Los 4 elementos primordiales en la naturaleza, el Fuego, el Agua, el Aire y la Tierra son nuestra base de operaciones, la fuente de la que se nutre nuestro cuerpo y nada es ajeno a su discurrir. Seamos padres o hijos, mares o ríos, todo sucede dentro y fuera, todo nos afecta y nos enseña.
Lo que acontece en nuestro universo personal queda registrado en los anales de la historia de la memoria del mundo. Cuando los elementos de la naturaleza se enfurecen provocando pérdidas de vida, la tristeza nos embarga, aunque el ciclo de la vida es la aceptación de que el cuerpo que ocupamos tiene fecha de caducidad, pero no así nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro espíritu.
Cuando lo que provoca grandes tragedias lleva el sello de la inhumanidad, trascender esa clase de experiencias resulta muchísimo más complejo, difícil y doloroso.
Y es que la memoria del Agua tal vez esté saturada de tanto dolor, que solo podremos limpiar y superar aportando más humanidad, pensamientos, ayuda amorosa. La cruenta realidad de unos y su sueño de una vida mejor no pueden pasar desapercibidos. Construyamos una Thebah Sagrada donde refugiarnos unos y otros unidos en un único propósito: que ese anhelo de una existencia armoniosa y feliz deje de ser la mera utopía de los parias para convertirse el amoroso propósito de nuestra compasión.
Conozco los trabajos del agua
Conozco los trabajos del agua de Emoto. En cierto sentido, el agua deberíamos observarla como un ser vivo y la vida nos cambiaría. El agua va a ser crucial en el S. XXI porque de ella dependen todos los ecosistemas. Finalmente, eso de la memoria del agua deberíamos intentar entenderla como una memoria por resonancia. Piénsalo Milena.Y por supuesto, para nada olvidemos su simbología, comenzando por las emociones, eso sólo es el principio.
Totalmente de acuerdo
Así es, tienes toda la razón, estamos solo en el principio y Emoto nos abrió una rendija para demostrar que lo que conocemos desde la tradición, en lo que me concierne, de la Cábala, el Agua es un elemento tan vivo y con tanta memoria que se manifiesta por campos mórficos de conciencia, que se merece ríos de tinta, bien cierto es!! Muchas gracias por tus valiosos comentarios.
Un abrazo
En respuesta a Conozco los trabajos del agua por Anonimo