Crónica del presente inmediato
La noticia de la NASA de hace pocos días acerca de la viabilidad de encontrar vida microbiana en Marte al hallar nuevas pruebas de un rastro de agua salada en este planeta rojo, es alentadora para el mundo científico.
Esto nos da pie para ilustrar, hablando en clave de Cábala, este hecho trascendente para los científicos, pero que no lo es tanto para los que estudiamos simbólicamente los planetas. La Astrología, y en este caso de la Astrología Cabalística, puntualiza que los planetas no son solo astros que lucen en el cielo, sino que la energía planetaria está relacionada con unos arquetipos que actúan desde el interior, todo lo de fuera está dentro y viceversa. Los planetas actúan por resonancia mórfica según la teoría de los campos morfogenéticos también llamados campos mórficos, que se refieren a patrones de organización que llevan impresa una memoria que permite el traspaso de información entre organismos vivos distanciados entre sí, se trate de galaxias, planetas, átomos, cristales, moléculas, plantas, animales, células, sociedades o estructuras. (para más información, http://www.bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_morphic07.htm).
Esta teoría nos permite entender el funcionamiento de todo lo que nos influencia y en este caso los astros. Pero es importante recordar que los astros proponen y el ser humano dispone; nada es ajeno a nuestro comportamiento.
Que Marte tiene Agua, ya lo sabíamos, es el planeta que gestiona dos signos de gran importancia en el camino zodiacal, Aries, Fuego, impulso y voluntad, y Escorpio Agua-emociones, produciendo sentimientos intensos y regeneradores. La mitología nos cuenta que Ares, dios de la guerra para los griegos, iba siempre acompañado de sus hijos, Deimos, (el terror), de Fobos, (el miedo) y de Eris (la discordia), y decidió habitar la tierra, un lugar para los dioses totalmente inhóspito, por lo que su influencia nos lleva a la permanente superación física y material de las experiencias. Pero cuando el panteón romano adopta este dios y le da el nombre de Marte, su figura cambia, se le reverencia, es honrado y se le otorga la potestad de influenciar la vegetación y la fertilidad.
La raíz latina de Marte es mars que significa brillar y sus escuderos son entonces Honos (el honor) y Virtus, (la virtud). Vemos en esta historia algo muy significativo y es que en Marte se encuentran adscritos la agresividad y furia del Fuego y la virtud del valor, la temeridad e ímpetu del deseo necesarios para afrontar las experiencias en esa doble polaridad Fuego-Agua. Así que era previsible que descubriesen que hay agua en Marte para corroborar este vivo arquetipo de la existencia que, uniendo mito, tradición y ciencia constatamos que lo de arriba es igual que lo de abajo.
Marte en el Árbol de la Vida Cabalístico o Etz Hayim se sitúa en la Columna de la Izquierda, en Gueburah, debajo de Binah-Saturno que representa la sal. Marte es hijo de Saturno, la ley, el plomo y la sal. Marte hereda la sal de lo normativo y le añade la fuerza del hierro que necesita Agua y Fuego para endurecerse.
Que en Marte hay vida, no lo dudamos, una vida virtualmente comprobable cuando sentimos que las fuerzas de la superación, el valor por seguir viviendo, nos llevan a las más altas cimas de la conquista. Marte también es destrucción cuando no se canaliza adecuadamente su energía, pero se trata del continuo vida-muerte-vida. Marte hijo de Saturno es la adrenalina pura que nos cuesta a veces sangre, sudor y lágrimas, -llevan sal-, pero que también nos permite transmutar a Fobos, Deimos y Eris, para que Honos y Virtus nos acompañen en la travesía del amor alejándonos del temor.
Cuando la NASA comprueba que en el universo exterior existe “algo” es que ya lo estamos viviendo, experimentando en el interior de una forma mucho más consciente, y tal vez llegue el día en que los cosmólogos y astrónomos vuelvan a unificar criterios con los astrólogos más allá de la superchería, del vaticinio o de la especulación, para que la Astrología y en este caso la Astrología Cabalística o Astrocábala vuelva a incorporarse al decálogo de nuestra sabiduría ancestral.