Heme aquí, pues, solo en la tierra, sin más hermano, prójimo, amigo ni sociedad que yo mismo. El más sociable y el más amante de los humanos ha sido proscrito de ella por un acuerdo unánime…
Rousseau, pensador y filósofo, escribe estas palabras poco tiempo antes de morir, (1712-1778), es su obra póstuma, Sueños de un paseante solitario, en la que glosa su melancólico desconcierto: el mundo no es lo que él esperaba.
Al que se considera padre de la nueva pedagogía, no le salen las cuentas, sus sueños de un mundo ideal se disuelven y nos confiesa que no se puede ser realmente feliz, si no te alejas de las cosas exteriores, que lo importante es estar conectado con el núcleo de uno mismo. Pero también pueden interpretarse sus palabras como un canto al individualismo ya que, el ser humano, en su infinita inconsciencia, no ha visto más allá de sus narices y es por ello que no encuentra lo que se oculta en su interior: su magnífica bondad y su sabiduría.
Rousseau, como tantos otros, apuesta por una ecología sana, no solo la que se deriva de los buenos actos que protegen la naturaleza, sino, por encima de todo, de los actos que se destilan del corazón.
Parece que, desde hace cierto tiempo, me enfrasco en glosar el amor, reivindico su legado, expreso su carestía, -como si fuese necesario-, cuando no debería ser así: lo que es obvio no tiene porqué defenderse.
La Cábala me ha desvelado algo importante: cuando se habla, el poder de la palabra es creador. Las palabras se componen de letras, y las letras son estados de conciencia y de energía, e implican una participación activa en la composición de cada experiencia. Hay quien me comentaba hace poco, que somos libros abiertos, que la información que poseemos es tanta, que con solo recordar, ya sería suficiente. Estoy básicamente de acuerdo, pero de momento nuestra imperfección nos lleva a recurrir a no pocas referencias y, puestos a recordar, si pudiésemos saberlo todo, muchas de las cosas que hicimos nos darían auténtico pavor. Es por ello que, una y otra vez, manifestamos nuestras ideas, nos desmentimos, volvemos a iluminarnos y a oscurecernos, y así fluye la existencia. Pero es cierto que cuando hablo de la escasez del amor, en realidad lo estoy desautorizando o negando; es una contradicción: deseo algo, -que si ya existe-, no es necesario pedirlo.
Así explico el título de este escrito: S.O.S., la defensión del planeta, no debería ser una prioridad, porque la prioridad es el planeta y sus habitantes. Estamos en la inopia, es una falacia, el planeta no debería ser defendido, no debería contar con mecanismos, con una política, con unas asociaciones, que luchan por mantenerlo a salvo, sano, limpio, impoluto. Es un contrasentido: no deberían existir esa clase de organizaciones, porque no debería crearse esa necesidad.
Si mis antepasados se levantasen de su retiro, no comprenderían cómo hacen falta cultivos protegidos y limpios de pesticidas; cómo ciertos humanos se encaraman a lo alto de un edificio, jugándose la vida, para colgar una pancarta que revindica una energía limpia; no entenderían cómo hemos llegado a fabricar semillas que no tienen vida; cómo se investiga para crear animales transgénicos; cómo firmamos documentos para que se detenga la tala de los bosques y tantos y tantos ejemplos; todo esto les parecían una ficción: un grupo de escolares visitando una granja ecológica o teniendo que estudiar el impacto medioambiental de los gases tóxicos o de los envases que no reciclamos, ¡qué locura!
Kabaleb expresaba algo políticamente incorrecto respecto, por ejemplo, a la sanidad, pero que al fin y al cabo era perfectamente coherente: cuando tienes un carnet de la seguridad social, estás licitando la enfermedad, porque tarde o temprano, lo vas a utilizar. Él revindicaba un mundo donde lo sano no fuese la excepción, en todos los ámbitos de nuestra vida. Hoy día tenemos carnet para todo, todo debe ser aprobado por un estamento X, que nos permite comprar, pagar, comer, respirar. Pero nuestro carnet de seres humanos conscientes y responsables con la vida que poseemos, -no solo la nuestra, sino la de la naturaleza en todas sus manifestaciones-, no figura en el decálogo de moda.
Kabaleb fundó hace una eternidad, en los años 60, un partido político en Paris, llamado el Partido de los Ciudadanos del Mundo, donde cualquiera de los programas políticos que existen hoy en día, se queda a años luz de lo que él pretendía. Logró algunas adhesiones, pero yo era aún muy joven para entenderlo. Lo que sí recuerdo es escucharle hablando de sus fundamentos, de su ilusión y de su utopía; él sabía que se trataba de una auténtica revolución espiritual y que, por lo tanto, sería de momento imposible de alcanzar.
En tiempos de elecciones, ¿tenemos que pedir a los partidos políticos que tomen medidas para proteger lo que es de sentido común?
Un partido que no cuente con satisfacer los 4 cuerpos del ser humano, el físico, el emocional, el mental y el espiritual, no está atendiendo todas sus prioridades. Pero ¿qué político se atrevería a esgrimir el amor como principio y último fin de su labor? ¿Qué partido dejaría de defender las reservas naturales como refugios, porque su prioridad fuese devolver a la naturaleza y a los seres humanos su dignidad, y por lo tanto, la defensión sería totalmente innecesaria?
La ecología es un estado del ser, no una moda. Pero claro, volviendo a la realidad, ¡si no fuese por los que se dedican a concienciarnos de la pérdida de tantas masacres, aún estaríamos peor!
Como decía mi padre, ¡el mundo está funcionando al revés! Mientras necesitemos defender lo que debería estar fuera de todo debate; mientras tengamos que pedir que se alimente a las personas que se mueren de hambre, o cobijar a los que ya ni siquiera tienen , -hambre-, seguiremos estando muy por debajo de nuestra capacidad humana.
¡Sigo pensando que un día, cercano, vamos a despertar y a hacerlo perfecto!
Contundente
Muchas gracias, Milena, por esos pensamientos tan acertados y contundentes que describen claramente la actual situación de una Humanidad desbordada por su egoísmo, por su inconsciencia.
Igual que tú, espero que todos veamos que un día todo esto cambia y nos hacemos conscientes de quiénes somos y de dónde estamos.
¡Gracias Alberto!
Y que así sea, pronto, muy pronto. Gracias por tu comentario y un abrazo.
En respuesta a Contundente por Alberto