Desde estas páginas mi deseo es rendir homenaje a un personaje de la literatura universal, Gabriel García Márquez, autor y protagonista de sus fantásticos relatos porque no hay duda que quien es capaz de tal realismo mágico es quien debe haberlo vivido.
La historia de la saga familiar de los Buendía y los Iguarán en Macondo, en su obra Cien Años de Soledad, no es muy diferente al desarrollo del Génesis bíblico. Macondo, la aldea-Paraíso, origen de la evolución y la ruina de la estirpe es un lugar de la psique sometida a tantos episodios como tendencias conviven en nuestro universo particular.
La historia, que se extiende a lo largo de 100 años y a través de 6 generaciones, podríamos asociarla en Cábala al origen Aleph, (1) llegando al Qof, (100) pasando por el Vav, (6), toda interpretación cabe en un universo donde el creador, Gabo era un auténtico Maestro de la alquimia con las palabras.
Al igual que el relato genésico, la crónicas de los Buendía y su descendencia nos introducen en una dimensión psíquica de gran profundidad, provocando en el lector un sinfín de misceláneas experiencias imaginativas de hondo calado, es como si leyendo Cien Años de Soledad te sumergieses en el universo onírico de un Dalí, la expresión dramática de Faulkner, el relato de W. Fernández Flórez, el ingenio de Cervantes o la ingenuidad de A.M. Matute, vivencias existenciales que retroactivan a etapas en las que la lectura es el mundo donde te refugias, donde emerges, donde sufres y amas y le pones el final que el corazón clama.
El realismo mágico tiene esa habilidad sin dejar la objetividad. Los salpicones de fantasía son sugestivos y de cada página le puedes sacar un nuevo tomo o, cabalísticamente hablando, las letras que componen cada frase te adentran en un mágico significado porque te sumerge en el telar donde se construye el lienzo, el relato, y eres parte de las vidas de los protagonistas porque entiendes que son fuente y regreso, son los demonios y las hadas internas que te llevan a comprender que la vida interior es tan necesaria como llenarte los pulmones de aire.
Así de encarnación en encarnación el autor te lleva del pasado al presente, te sugiere el futuro, el peso de la historia, de las decisiones, la vida y la muerte. Los elementos de la naturaleza forman parte no solo del paisaje sino de las vivencias internas, donde el fuego de la pasión, el agua de las emociones… (una lluvia que dura 4 años), el aire de los ciclones que se lleva las esperanzas de futuro pero con el que se abre también paso la verdad, (Hod en el Árbol Cabalístico); y la tierra que se empapa de la sangre de tantas generaciones.
Ríes y lloras y ves desfilar la existencia al son de una ecléctica fauna donde musas, seres mágicos, despiadados y benéficos dioses, cobardes y valientes comparten escenarios. Macondo es el viaje de la experiencia salvaje y poética de la vida, no es algo que ocurre solo en Colombia ni en Sudamérica en el tiempo en que Gabo escribió esta Obra, sino en nuestra propia estirpe interior, donde flora y fauna se debaten para conseguir atisbos de luz.
Macondo
Amiga querida que gustazo es leerte, debo reconocer que estabas inspirada por tu vivencia macondiana interior, wow! realmente inspirador y que analogía haces con ese mundo mágico que todos llevamos dentro y con la Cábala. Sigue inspirándonos queridisima Milena!
Preciosa Mochis!
Gracias a ti por leerlo y por tus lindas palabras de aliento. Cierto que la Cábala se nos ha metido hasta el fondo del alma, ¿verdad? Un abrazo fuerte y amoroso!
En respuesta a Macondo por Mochis