El concepto de creatividad tiene varias acepciones, entre ellas la que implica crear de forma ingeniosa, primero algo que no existe o que puede llegar a ser un modelo, una referencia valiosa, "creare", en su raíz etimológica, otra se refiere al concepto de "crecere", crecer. No hay límites para el desarrollo de la creatividad.
En un mundo en el que todo parece inventado, la creatividad se ha asociado abusivamente al oportunismo, crear algo mejor que el vecino es la clave, y con un objetivo bien definido: obtener resultados; el éxito se mide en rentabilidad, una rentabilidad que se aleja frecuentemente de la noción de calidad.
La competitividad se enseña en las universidades y así no es extraño que existan arduas luchas por conquistar parcelas del mercado que acaban por saturarnos de productos similares cuando no, clonados.
Inventos e inventores hubieron y siguen habiendo, por fortuna y muchos, algunos clasificados como genios porque nos han dejado un legado impresionante, prodigioso. Hypatia de Alejandría, Galileo, Da Vinci, Gutenberg, Fleming, Marie Curie, Bach, Hertz, Einsten o los hermanos Lumière, por citar un reducido puñado, hasta el último, fallecido esta misma semana, Steve Jobs, podría decirse que a todos les movió el afán de dejar “algo” que impactará y revolucionara nuestras vidas.
¿De dónde sale la creatividad, cómo surge, o se genera, o por qué es sólo patrimonio de unos cuantos “elegidos”?
El análisis en clave esotérica, es decir tratando de buscar el origen oculto de las cosas nos sugiere el proyecto de la vida desde la concepción de un espacio en el que se desarrolla todo lo que existe. Los grandes maestros lo llaman los 7 Mundos de la Creación. En este "cielo", que podríamos asociar a un gran laboratorio de ideas, pensamientos, emociones y pruebas virtuales de la realidad, se elabora la esencia de todo lo que se crea. De estos Mundos sacamos la materia con la que evolucionan nuestros cuerpos de Pensamiento, Deseo y Físico. Toda acción tiene su origen en este sistema, en este gran hardware, nada está fuera de su diseño.
Los 7 Mundos:
1- Mundo de Dios o del Sistema de Energía Centralizado
2.- Mundo de los Espíritus Vírgenes, Espíritus Creadores
3.- Mundo del espíritu Divino
4.- Mundo del Espíritu Vital
5.- Mundo del Pensamiento
6.- Mundo del Deseo
7.- Mundo Físico
En estos 7 Mundos se organiza la existencia del macro y microcosmos, es la gran computadora de nuestro universo con todos sus componentes, programas, piezas, claves, lenguaje, material de todo tipo que nos permite experimentar la vida. Cada uno de estos Mundos se subdivide en 7 Mundos más, dándonos la idea de la labor de perfeccionamiento en todas sus manifestaciones.
Cada uno de los Mundos y de sus subdivisiones se ocupan de una parcela determinada, desde lo más sutil a lo más denso, desde el espíritu o soplo que anima todas las cosas, la vitalidad, hasta el grado último de la materialización de las cosas.
Nuestra alma en el camino de bajada hacia una nueva existencia se nutre de todos los materiales de cada uno de estos Mundos. Así tenderemos que la persona que en una vida ha experimentado los sentidos, tomando mucho material del Mundo del Deseo, tendrá un cuerpo del deseo, un cuerpo emocional muy sensible y más desarrollado que otro que haya experimentado más lo físico, que tendrá un cuerpo resistente y más fuerza, que el que haya ejercitado solo la parte cerebral, las ideas, etc.…
Tenemos así que los genios son genios porque han desarrollado más unas funciones que otras, han sabido utilizar al máximo sus dones. Los hay que reúnen condiciones extraordinarias, el ejemplo de Leonardo Da Vinci es un claro exponente de esas facultades.
Para hacerse genio no hay otra que trabajar, trabajar mucho, ejercitar todo aquello que deseamos lograr. Nos lo repiten a menudo todas las grandes personalidades que nos epatan. El genio se revela un día a la persona pero no como resultado exclusivo de una revelación, sino mediante el tesón, la voluntad, la tenacidad de aquel que cree en su obra y cuanto más conectados estemos con la fuente del saber, más inormación recabaremos, más conseguiremos captar lo que se necesita y tiene que crearse, porque somos aquí en la tierra los artífices de todo lo que se diseña en virtud de la demanda. Si se necesitan utensilios más perfectos para operar o para cocinar, se pone en marcha la gran máquina pensante de los Mundos de los Espíritus Creadores y se conectan con el Mundo del Pensamiento. Allí es donde mandarán la información a los que son susceptibles de entender, trabajar, diseñar el nuevo prototipo, es decir los ingenieros que ya están en ello. No se mandará el diseño de avión o de bicicleta al que está trabajando en un banco o un enólogo, no tendría ninguna lógica.
El ejemplo de Steve Jobs, el genio del Macintosh está claro, como muy claro lo tenía él mismo cuando afirmaba que sabía lo que quería la gente y por lo tanto se anticipaba a las necesidades que a su vez, él acabó creando en la sociedad. Era un auténtico visionario de la nueva era, no perdió el tiempo, fue a por lo que proyectaba, vivió de forma muy acelerada consiguiendo muy joven lo que a otros podría costarles toda una larga vida conseguir, posiblemente su alma programada para vivir 56 años tenía prisa.
¿Pero podríamos preguntarnos de dónde sacaba él una información tan privilegiada?, pues seguramente era un tipo “conectado” con las altas esferas del Mundo del Pensamiento, del gran ordenador central desde donde se mueven los hilos de las energías que hacen funcionar el mundo y la información. Si hay un ordenador arriba, también debía haber un ordenador abajo, y Jobs captó em mensaje, y así es como tenemos ese inmensa red de información que nos llega por las ondas o está metida en un diminuto chip, cosa asombrosa para los que no hemos nacido en la era de la informática.
Steve Jobs es ese referente de un genio que nos ha demostrado lo que mi padre, Kabaleb, reivindicaba, que las universidades son los cementerios del los elefantes del pensamiento, no necesitó graduarse para demostrar su valía. Demostró tener visión, percepción, entusiasmo, agallas y sobre todo una absoluta fe en el camino que proyecta, porque éstas son las piedras angulares para que la creatividad se ponga en marcha y funcione
Para los que no somos particularmente doctos en materia informática, lo que nos ha tocado más de la muerte de Steve Jobs es sin duda saber que se ha ido un ser humano que fue capaz de reinventarse a sí mismo, de fundar una empresa, de ser despedido de la misma, creer en que este hecho acaba siendo una brillante oportunidad de crecimiento y cuando la vida le daba un revés, no estancarse, y pensar que la peor crisis siempre acaba siendo una oportunidad, este es el material con el que está hecho un auténtico genio, todo un ejemplo.
Pero es justo decir que también hay miles de genios anónimos repartidos por el mundo, que si bien no han tenido la suerte de estar en el candelero, siguen la estela de los genios cada día sin desfallecer.
Hay algunas teorías que sostienen que cuando una persona en vida ha dado mucho de sí, cuando ha creado grandes cosas y ha dejado una profunda huella en la historia de sus contemporáneos, en muchas ocasiones esa alma tiene que irse más pronto de lo normal, porque su sello de identidad ha marcado un patrón, ese patrón, un arquetipo y debe retirarse para seguir trabajando en los mundo de arriba, ya que en el gran ordenador central también se necesitan ingenieros que han pasado por la experiencia terrenal para seguir nutriendo y diseñando el gran Libro de la Vida.
Los genios nos dejan profundas huellas cuando somos sensibles a esos avances, sean de la clase que sean, reconociendo sus méritos más allá de su comportamiento profano. El hombre se mide por la talla de su humanidad y son las grandes pruebas las que nos hacen entender a menudo que lo más importante es ponerle Amor a todo lo que hacemos.
Pensemos que Steve Jobs le puso amor a su trabajo y seguro que mucho amor a su familia, el amor es una energía única y múltiple sus manifestaciones. Hay gente que dice amar a sus Ipads, Macs, Iphones. Tal vez sea lo que Jobs pretendía, pero si pensamos que detrás de esas grandes creaciones hay amor, porque sin amor es imposible crear, es la energía que cohesiona la experiencia, puede que también pensemos en que la cristalización de un objeto que está hecho con amor lleva en sí esta energía y que al final, una máquina, (bendita utopía), pueda contribuir a que los seres humanos seamos cada día más amorosos.