Ha sido inaugurado en España, (Cerdanyola del Vallès), un nuevo Sincrotrón. Se trata de un gran microscopio mucho más sofisticado que los anteriores que desde 1947 se están utilizando en varios países del mundo. Es una noticia que podría enmarcarse sólo en las novedades científicas si no fuese por el análisis que podemos extraer, de cómo los avances de la ciencia están estrechamente relacionados con la conciencia.

El Sincrotrón no es otra cosa de un acelerador de partículas que se compone de un cañón de electrones que se aceleran a una gran velocidad, casi la de la luz, y de allí pasan a un anillo donde se genera un haz de luz sutil como un cabello de una gran intensidad en longitudes de onda que van de lo visible (óptico) a los rayos X. Su utilización es muy variada ya que permite la exploración del interior de la materia de una forma mucho más específica y precisa. Las áreas de estudio y análisis de este sistema son enormes, ya que puede penetrar en las proteínas, en los fósiles, en piedras, en textos antiguos y enfermedades. Inmortalizar, por ejemplo, el momento en que un virus entra en una célula, o como un medicamento actúa, puede parecer inverosímil. Se ha logrado en Grenoble analizar un cerebro fósil de hace 300 millones de años, o en EEUU se descubrió un texto de Arquímedes escondido en un libro de oraciones medievales. También se visualizó la estructura de la proteína que permite a los parásitos de la malaria colonizar los glóbulos rojos. Como sabemos, la realidad siempre acaba superando la ficción.

La Luz tiene propiedades y cualidades impresionantes, muchas de ellas aún por aprovechar y descubrir. Donde la ciencia y la conciencia se unen es cuando comprendemos que en el universo, el macro y microcosmos, utiliza las mismas leyes que nos permiten aprovechar todo lo que la naturaleza nos ofrece, y la luz en todas sus dimensiones, desde lo más sutil, (onda), a lo más denso, (partícula) es el elemento que hace funcionar el mundo de la física y también el de la metafísica.  

En Cábala asociamos la Luz al principio que formatea el universo, a la dimensión del alma, al poder de revelación e iluminación interior. En Astrología identificamos la Luz con la energía planetaria que aporta en sus distintas manifestaciones, esas ráfagas de comprensión.  Con Urano entendemos la energía de fusión y fisión, capaz de sanar y también de destruir. Con el Sol asimilamos el principio de voluntad, con Marte la fuerza vital que nos permite movernos, y así con todos los planetas, todos tienen su dimensión de luz.

¿Y qué tiene que ver, o cómo repercute el moderno sincrotrón en nuestras vidas?

Si desde los años 50 se utiliza esta tecnología que permite ver la materia de forma tan extraordinariamente precisa, consiguiendo captar la evolución de un proceso microscópico celular y fotografiarlo, será que el ser humano también está diseñando y diseñado para alcanzar estas mismas propiedades en su interior, porque todo lo que sucede fuera acontece simultáneamente también en el interior del ser humano. La evolución de la raza humana es multidimensional.

Kabaleb decía que a cada nuevo descubrimiento importante para la humanidad, -y el sincrotrón es uno de ellos-, la posibilidad de asimilarlo por dentro se convierte en un hecho concebido, identificado y cualificado, palpable y real,  y esto pone en movimiento otros mecanismos que convierten cualquier avance en un progreso personal. Por ejemplo, el descubrimiento de Urano en 1781 desencadenó unos cambios revolucionarios que afectaron las leyes sociopolíticas en todo el mundo. Obviamente Urano estaba ahí mucho antes de que se identificase, pero el hecho de descubrirlo, de avistarlo y cifrarlo fue lo que convirtió el hervor de un cambio en la materialización de ese cambio.

Con el nuevo Sincrotrón el ser humano está probando su capacitación para conseguir dominar este elemento, a priori, rebelde: la manifestación de la Luz que es infinita. Sus aplicaciones, por ejemplo en el ámbito de la medicina se están utilizando de forma muy progresiva, en el ámbito de la conciencia, estamos aún en el preludio de una civilización que tiene que aprender a manejar ese inmenso poder. La descomposición fotónica de las células de todo lo creado nos permite entender de qué estamos hechos en todos los dominios. Nuestra Luz interior debe permitirnos mirarnos por dentro, visualizar no sólo nuestro cuerpo u órganos, sino también nuestras circunstancias, nuestra personalidad, nuestro Yo Superior para que, comprendiéndonos mejor seamos capaces de sanar lo que no funciona, a lo que le falta luz. Dicen los cabalistas que la ausencia de chispa, de alegría es lo que nos enferma. Activemos pues nuestro Sincrotrón interior para percibir la luz, traspasando la opacidad de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y volvernos traslúcidos, convirtiéndonos en emisores y transmisores de Luz, o sea en fuentes de Amor infinito para toda la humanidad.

Para más información acerca del Sincrotrón:
Diario El País