Urano, planeta del cambio
Urano fue descubierto en 1781 por William Herschel, astrónomo y músico, lo que modifico la dimensión del sistema solar con sus 7 planetas. Se le bautizó con el nombre de Urano por ser el primer planeta descubierto después de Saturno, dando continuidad al panteón familiar, la saga de dioses, ya que Ouranos es padre de Saturno, como éste lo es de Júpiter. Como todo acto entraña un profundo significado, Urano representa el planeta la libertad, del cambio, de la revolución, el que fomenta la invención, la creatividad, la intuición, todo lo vanguardista, original e innovador. Así fue como entró en función su dinámica y representó para la humanidad la energía del cambio de paradigma. Como precisa Kabaleb, cuando un determinado descubrimiento se hace visible y patente en el mundo de la forma, (Malkuth), desencadena una serie de fenómenos que se encontraban latentes en la trama de la evolución. La psique se sincroniza con la cristalización del hecho, provocando experiencias, colectivas e individuales. El descubrimiento de Urano provocó, en plena etapa de la Ilustración, tres grandes revoluciones, la norteamericana, la francesa y la Revolución Industrial, dando comienzo a la época del Romanticismo. El avance empezó a ser imparable. Con el lema de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, con la declaración de los Derechos Humanos, la Declaración de Independencia, el principio de la era del Feminismo, Urano desencadenó proyectos y avances hasta ahora que parecen no tener fin
Para la Astrocábala, Urano no sólo se asocia a los cambios, a las rupturas de lo caduco, (fisión), sino también a la energía de fusión, al Amor en mayúsculas. Se asocia Urano a la energía más desintegradora e integradora a la vez, en Cábala a Hochmah, Centro de la Suprema Misericordia, Bondad y experiencia más elevada del amor Crístico. Cada uno de los cambios que provoca Urano nos llevan a experimentar una mayor perfección y por ende a comprender el cielo estrellado de donde procede mitológicamente, como rey de ese vasto firmamento donde toda la cohorte de estrellas cabe armoniosamente y donde mora Prometeo, eterno maestro de las artes y de las ciencias.
Pero el arquetipo uraniano nos exige aprender, evolucionar. ¿Y qué ocurre cuando esta necesidad no resulta satisfecha?
La energía de Urano viene a cambiar el mundo y si este cambio no se opera, arma la de “Dios”. Las Furias se manifiestan, (Saturno castró a Urano y de la sangre de sus genitales nacieron Afrodita y las Furias), se revuelven contra nosotros, nos atacan desde dentro, al cuerpo, la mente y las emociones. Es algo que se repite a diario en la vida cuando tratamos de cambiar una situación o no aceptamos el cambio que nos ha sido impuesto. Pero de la tensión y de la crisis de Urano también nace la creatividad, (Venus-Afrodita). El resurgimiento del impulso amoroso evoluciona hacia la sintropía, el equilibrio y la armonía. Es la forma que nos sugiere Urano cuando en vez de optar por las Furias nos dirigimos hacia el cambio consciente. Los tránsitos de Urano modifican una situación que no está en línea con lo que nuestro Yo Superior nos “exige”, por lo tanto se establece un pacto subliminal entre el Yo profano y el Yo trascendente.
Los tránsitos de Urano no afectan a todo el mundo por igual. Quien tenga en sus alforjas más material del Urano susceptible de encajar los cambios, no los “sufrirá” tanto como los que se resisten a tales cambios, los más reacios a perder el control. Los tipos Fuego o Aire encajan mucho mejor lo desconocido, los de Agua o Tierra se resisten más. Las consecuencias de estas resistencias al cambio se expresarán de forma mucho más contundente en personas reacias a dejar su franja de comodidad. Urano se comporta revocando las reglas impuestas y no nos pide permiso, aunque escucha cada una de nuestras quejas, toma nota para luego disponer las circunstancias que nos lleven a experimentar lo que hemos solicitado, aún de forma inconsciente.
Los cambios propuestos por Urano pueden no gustarnos demasiado, más cuando lo que traen son cosas que no habíamos calculado. Si la imagen que tenemos de nosotros mismos es estupenda, enfrentarse a nuestros demonios no nos gusta. Urano nos pone frente a nuestras limitaciones, nos enfoca directamente a los ojos y al corazón para que podamos entender el mecanismo de esos cambios que están operando, porque Urano se asocia al poder de la mente universal, a la gran sabiduría del universo que imparte una lección magistral.
Nada puede entenderse de forma aislada, estamos interconectados y Urano es la pieza clave en este entramado, conecta la mente grupal tal y como los campos morfogenéticos de conciencia conectan entre sí a los miembros de una especie, si nosotros nos unimos y cambiamos, afectamos a la conciencia grupal. Pertenecemos a ese holismo tan de moda hoy día. Holismo, holístico proviene del vocablo inglés whole, que significa entero, así tenemos que wholeness es totalidad y wholesome, salud. Pero también tenemos a holly, sagrado, o hale, sano. Con todo ello podemos concluir que la totalidad es sana y sagrada, lo fragmentario, la separación, si no es como forma de desmembración y posterior reintegración, es contraria a la forma más saludable de existencia. Urano desmiembra, separa, pero siempre para proponer algo más integrado a la totalidad.