Las Casas de Aire
Las Casas de Aire representan la trilogía de la construcción del pensamiento. Empieza por el impulso de las ideas, para edificar el templo del pensamiento y exportar ese material por la última de las Casas de Aire.
Casa VII, relaciones sociales y de pareja
La Casa VII es una Casa de Aire, Vav para la Cábala, regida por Venus, expresando los valores de Libra. Es el canal a través del cual circulan las semillas de nuestra unidad reconquistada. La Casa VII se encuentra en Oposición con la I o Ascendente, la del Yo personal, y se despliega hacia la parte del “nos”, lo que tenemos que ver de ese “otro Yo” que está en el espejo. Así la Casa VII será la consciencia de los otros “ahí fuera” con respecto al Yo aquí dentro. Es el canal que representa la búsqueda de aquellos que poseen las cualidades que complementan con las nuestras, ya que las exigencias de la Creación han hecho que seamos una mitad escindida, el reflejo del otro, se trate de pareja o sociedad. Es lo que buscamos en el exterior de nosotros para ser capaces de reconquistar esa unidad perdida. Solemos confundir el término de pareja ideal con el de media naranja, y de lo que se trata es de encontrar la naranja entera!
Una vez hecho el trabajo, podemos sentirnos completos y, o bien ya no necesitaremos la pareja externa, porque la hemos conquistado en el interior o la que encontramos es realmente el complemento ideal, superados los condicionantes, las necesidades, los apegos y las farsas de poder que elaboran el guión que dice “ tengo lo que necesitas para que dependas tanto de mi, como yo de ti”. Una vez conquistado el auténtico poder del Yo ya no pueden darse relaciones basadas en antiguos paradigmas.
Pero mientras tanto, deberemos trabajar el guión de la Casa VII que nos perfila a la pareja y las relaciones que necesitamos para evolucionar. Por lo tanto en la Casa VII están todas aquellas tendencias que buscamos como punto de apoyo. Es frecuente que proyectemos a través de la pareja todas aquellas frustraciones o deseos no cumplidos. Tanto sus cualidades como defectos nos son ocultos, ya que forman parte de nuestras propias tendencias, y son las que progresivamente se nos van revelando. Tal y como decía Jung
”cuando una situación interior no se hace consciente, acontece afuera como hado o destino”.
Este es un axioma cabalístico de primer orden, pero que la psicología ha aceptado plenamente y gracias al cual podemos trabajar abiertamente el concepto de que cuanto más tratemos de “tapar” una tendencia para que ésta no salga al exterior, más nos la encontraremos reflejada fuera.
La Casa VII es también el sector de las asociaciones, de la respuesta de la sociedad frente a nuestras propuestas. Cuando se activa la VII nos permite centrar nuestra atención en lo que se nos pide desde el exterior, buscamos la aceptación. Una vez hemos podido o sabido reintegrar las cualidades de la Casas VII en nuestro Yo interno, seremos capaces de ofrecerlo a la sociedad. No hay cualidad que pueda expresarse si antes no ha sido integrada a nuestra personalidad (Ascendente).
Casa XI, grandes amigos, proyectos e ideologías.
La Casa XI es una Casa Vav regida por Saturno en co-regencia con Urano, expresando los valores acuarianos. Constituye el canal a través del cual el bien y el orden que hemos plantado en el mundo nos son legítimamente restituido.
En la Casa VII nos hemos buscado a la pareja idónea que sirva a nuestros propósitos y una vez trascendido todo ello, en la XI aparecerán aquellas personas dignas de nuestro trabajo humano, esos amigos y protectores que sienten y piensan como nosotros. Son esos viejos conocidos que nos han seguido de ciclo en ciclo y que están más allá de las contrariedades que producen la incomodidad del trabajo emocional cuando se vive en un inicio. En la XI tal vez nos encontraremos a nuestros enamorados de etapas anteriores, los que fueron nuestros amantes y cónyuges y que ahora, una vez pulidos los trabajos propios de la etapa sentimental, aparecen para tendernos la mano, porque corresponde a la sublimación del amor particular por el amor universal, tal y como nos lo ofrece el signo de Acuario en su más pura esencia.
Con la XI reconocemos al otro como parte de nuestra identidad. Es por ello que se le asocia también al grupo, a los grandes ideales y a los proyectos de vida, donde el ser humano se religa al colectivo para trabajar en la gran obra de la creación. La consciencia de grupo se instala en nuestros mecanismo internos. En la Casa XI se manifiestan las tendencias de la identidad del ser humano en relación con su medio social, la renuncia a su individualidad en favor de lo colectivo, la proyección de esa identidad hacia un rol más allá de si mismo. La Amistad en mayúscula es la que en teoría no pide nada a cambio de su entrega, de su protección, de su ayuda. Ser capaz de proyectarse hacia el otro porque sientes que el otro es parte de ti mismo. El objetivo final es el del amor desinteresado, un amor sin condiciones porque este es el ideal de Acuario. Carls Rogers, fundador de la psicología humanista dijo:
"Cuanto más profundamente ahonda el individuo en su propia identidad, más descubre la totalidad de la raza humana”.
Es una Casa de Aire, donde la lógica del pensamiento establece sus leyes y trata de percibir lo que está más allá del funcionamiento aparente de las cosas, lo que subyace en las capas interiores y en definitiva de donde se crean nuevas formas de realización. Es la Casa de los inventores y del futuro.
La casa III
La Casa III es Vav regida por Mercurio, expresando los valores de Géminis. Es Por mediación del lenguaje que el mundo de las palabras, las ideas, los conceptos y su descripción componen un espacio donde nos movemos. En la III se activa el intelecto que define, delimita, instruye. La mente concreta es análoga a las actividades del lado izquierdo del cerebro, el del pensamiento racional, el que recopila hechos, controla, clasifica, se expresa. ¿Cómo son nuestros pensamientos, cómo utilizamos esa parte cerebral?, la Casa III nos lo desvela. Todo lo que abarca lo que nuestros sentidos pueden ver en el dominio de lo inmediato está bajo los auspicios de la Casa III. Lo que nos conecta con el cotidiano, el entorno y que nos instruye como seres humanos en el aquí y ahora. Se sabe que “los otros” suelen manifestar partes dormidas de nuestra propia personalidad, les “obligamos” a estar, a actuar, elaboramos guiones en los que son co-protagonistas de nuestra historia. Cuando no vivimos las experiencias en su totalidad nos las arreglamos para que “otros” las personifiquen, hermanos, vecinos, conocidos, y las pautas de comportamiento que no asumimos de esas personas más inmediatas, los hermanos, suelen reproducirse en el compañero, el jefe, el amigo, etc...
La Casa III es también la etapa de escolaridad, el modo en que nos movemos en un entorno donde todos aprenden, donde hay maestros que también nos influencian. Es el sector donde se activan una gran cantidad de conexiones neuronales, lo que nos mueve nuestros impulsos de aprendizaje, la curiosidad. Cuanto más activamos nuestro intelecto, más ensanchamos nuestra capacidad de aprendizaje. La Casa III también escenifica los desplazamientos cortos, aquellos que nos proporcionan sensaciones inmediatas, que nos movilizan. Es importante recordar que el contexto en el que nos relacionamos determina en gran parte nuestro comportamiento frente a las disposiciones que establecemos con el entorno. Es nuestra actitud lo que cuenta y con ella los patrones de comportamiento adquiridos durante la infancia y que forman parte de la memoria celular. En la Casa III esos patrones se modulan y se convierten en hábitos.