¡La actualidad nos ofrece tantas ocasiones de disertar acerca de la vida, de sus luces y sombras! Kabaleb, mi Padre, nos inculcó una sana costumbre, la de analizar en clave profunda los acontecimientos cotidianos, las experiencias trufadas de anécdotas que nos permiten comprender los matices de muchos procesos que vivimos personal y colectivamente. Somos excelsos espectadores de una vida repleta de sentido, -aún en el sinsentido-, de lo más absurdo a lo más grotesco, de lo más bello a lo más sublime. Pero realmente es “per llogar-hi cadires”, (literalmente: hay para alquilar sillas), una expresión catalana que me hace mucha gracia y que se ajusta perfectamente a la mirada atónita que se nos queda a todos cuando observamos lo que ocurre a nuestro alrededor como si fuese una película; como antaño me explicaba mi Padre, que en las ramblas de su ciudad se alquilaban sillas y la gente se pasaba horas mirando el incesante y abigarrado colorido de las personas arriba y abajo recorriendo aquel paseo.
Fue a raíz de la lectura de un twit del escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte que con su habitual e irónica prosa nos dejó esta perla:
Creo que la vida fue piadosa con Suárez1. Le quitó la conciencia para evitarle el sufrimiento de ver en manos de qué gente acabaría su obra
Y me pregunté acerca de lo que observamos, vivimos y olvidamos. Podemos estar de acuerdo o no con su mordaz sátira, pero más allá de la opinión personal, se plantea la reflexión acerca de lo terrible que resulta perder la conciencia de quién es Uno y si encima esta persona ha sido el Presidente de una nación, esta experiencia, de alguna manera, nos repercute y nos afecta a todos.
La cuestión no es ahora tratar de buscar el origen de la enfermedad del Presidente Suárez, -que sin duda vivió momentos de gran aflicción debido a la muerte de su esposa y de su hija, además de su poder-, sino de analizar lo que representa el poder, dirigir un país y la caída de la conciencia, lo que supone posiblemente una de las más crueles patologías del espíritu.
La noción de estado se refiere a la organización social, económica, política formada por un conjunto de instituciones que tiene el poder de regular la vida nacional en un territorio. Ese estado gobernado por una cabeza visible, en democracia se le otorga el papel de presidente que dirige la acción y coordina las funciones de los miembros de dicho gobierno. El presidente no puede ejercer ninguna actividad profesional fuera de este ámbito mientras esté en el ejercicio de su cargo, es decir se debe en cuerpo y alma a esta tarea.
Esta experiencia, en Cábala, podemos trasladarla al organigrama del Árbol Cabalístico. El diseño del mundo que conocemos y en el que vivimos, con su organización gubernamental, los pueblos y sus gentes forman parte del mismo organigrama que nos dibuja el Árbol de la Vida. Desde Kether, la corona, (en España la figura del rey) hasta Malkuth, donde se establecen unas bases o asentamientos, (los Sephiroth2). Cada uno de los Centros gestionan diversas tendencias, poderes, cualidades que conforman la totalidad:
- Kheter (‘corona’; כתר) La Voluntad
- Hochmah (‘sabiduría’; חכמה) El Amor
- Binah (‘entendimiento’; בינה) Las Reglas
- Hesed (‘compasión’; חסד) El Poder
- Gueburah (‘valentía’; גבורה) La Fuerza de Acción
- Tipheret (‘esplendor/belleza’; תפארת) La Conciencia
- Netsah (‘eternidad’; נצח) La Sensibilidad
- Hod (‘majestuosidad’; הוד) La Inteleigencia práctica
- Yesod (‘fundación’; יסוד) La Imaginación
- Malkut (‘realeza’; מלכות) La Recepción de todas las fuerzas anteriores
La organización de una ciudad, de un reino, de una polis, de un sistema, no difiere en nada del sistema del organigrama propuesto a través de la Cábala. El Presidente se debe a sus Sephiroth o Centros de Poder, igual que cada ser humano se debe a su Yo Superior, su conciencia divina. Si se utilizasen de forma coherente y sabia todos los atributos de estos Centros, las condiciones sociales, políticas, económicas, etc., rozarían la perfección. Pero aplicar con sabiduría las normas y administrar con justicia esos poderes requiere una maestría extremadamente difícil de alcanzar. No es un solo hombre el que pueda manejarlos, sino un grupo de hombres capacitados para llevar el timón. Todas nuestras tendencias internas tienen que armonizarse para alcanzar el equilibrio. En nuestro sistema de navegación también hay una derecha, una izquierda y un centro, y todo tiene que funcionar al unísono.
Como dijo el famoso estadista inglés Winston Churchill
Cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece
y es una gran verdad porque solemos poner en manos de nuestros dirigentes la tarea de llevar las riendas de nuestras vidas en númerosos aspectos y el problema radica en que papá estado no se hace responsable de nuestra educación en todos los ámbitos, o como quien quiere que el maestro de escuela le enseñe civismo a sus alumnos. No estamos bien enseñados y el resultado es que a falta de conciencia pretendemos que el presidente, sus ministros, etc., se hagan cargo de lo que compete solo a nuestra propia existencia. Así, a más conciencia y responsabilidad mejores dirigentes deberíamos tener, pero como esos a su vez se “olvidan” de ser quienes deben ser, y no se centran en ofrecer lo mejor de ellos mismos: dedicación absoluta en cuerpo y alma a la tarea de gobernar con la conciencia como estandarte, el resultado es que ese pez se muerde la cola sin fin y el consenso es inoperante: la derecha combate la izquierda, la izquierda a la derecha y el centro ni existe.
El padre en Cábala es Ab, Aleph-Beith, las dos letras que encabezan el alfabeto sagrado, es decir los 22 estados de conciencia por los cuales pasamos para ser “directores” plenipotenciarios de nuestra propia vida. El soplo de la creación Aleph que se sostiene en Beith, casa, piedra, morada. Es el padre que tenemos dentro, (Yo Superior), y el de fuera, la referencia de la cual partimos, el origen de nuestro ser. Recordar esta ecuación Ab puede ayudarnos a estar en permanente estado de alerta para que nuestros objetivos sean coherentes, amorosos, que impulsen lo mejor de nuestro potencial para que la sociedad, el gobierno, el presidente, etc, puedan beneficiarse de nuestro aprendizaje, y nosotros de el de ellos. Así que cuando nos quejamos, (con razón diría yo), de la pésima utilización del poder, no solo estamos quejándonos del dirigente de turno, sino de nuestra propia inopia.
A Suárez lo olvidaron y él les olvidó a su vez porque tal vez, -y nada más lejos de hacer un juicio de valor personal e íntimo, en el que ni debo ni puedo meterme-, recordar lo que no pudo ser, lo que prometió y no pudo cumplir en la medida de lo que su conciencia le reclamaba, pudo resultarle demasiado doloroso y se abstrajo.
El Alzheimer es una enfermedad devastadora porque te quita el derecho de recordar y el deber de utilizar esos recuerdos para seguir avanzando en el camino de la vida. Pero la conciencia sigue viva en algún lugar, aunque autista, ausente, separada de la existencia identificada, morando en la insondable no-existencia, tal vez se ha vuelto a diluir en Ain y es parte de la Luz, Ain Sof Aur, (¿es el consuelo o la verdad?). El ser está pero no se percibe a sí mismo.
Terrible paradoja para quienes deberían ser plenamente conscientes de quiénes son, porque pueden y que sin embargo funcionan aletargados, como si no estuviesen, siendo solo un atisbo de su autenticidad.
El pueblo y sus dirigentes, los dirigentes y sus gentes, todos en la misma dimensión. ¿Qué hacer para no perder el rumbo, para seguir recordando quiénes somos? Tal vez aprender a remar todos en la misma dirección para que nadie vuelva a sentirse relegado, que nadie vuelva a olvidar su auténtico linaje.
[1] Adolfo Suárez González, (Cebreros, Ávila; 25 de septiembre de 19321 - Madrid, 23 de marzo de 2014) fue un político y abogado español, presidente de Gobierno de España entre 1976 y 1981 y figura clave en la Transición Española de la dictadura de Franco a un sistema democrático. Padeció Alzheimer durante 11 años.
[2] Las diez emanaciones del Árbol de la Vida a través de las cuales se creó el mundo según la tradición cabalística. Contracción de la Luz infinita, (tsimtsum ) y posterior manifestación.
Articulo muy interesante,
Articulo muy interesante, Milena.Me hizo pensar en Reagan, Chirac, Thatcher......todos perdiendo la memoria...quienes son , y lo que han vivido.
Un abrazo fuerte