18 años sin Kabaleb, tan lejos, tan cerca

Kabaleb, 18 años después

Kabaleb, mi padre, hubiese cumplido hoy 83 años. Diecinueve años sin Él es mucho tiempo, y sin embargo su memoria, su trabajo está más vivo que nunca gracias a todas aquellas personas que le recuerdan y que se empeñan en hacer perdurar sus enseñanzas, hermanos, amigos cercanos y lejanos. En la primera interpretación de su carta natal, cuando tenía poco más de 20 años, en Paris, predijo que el desarrollo de su trabajo daría frutos más allá de su muerte, cuando él ya no estuviese en este mundo, y aunque ya se dio a conocer antes de desencarnar, es ahora, más que nunca cuando cristaliza su obra. No estoy triste, nostálgica tal vez. La tristeza no era un estado que yo le recuerde, podía estar alegre o refunfuñar, pero triste no, posiblemente había interiorizado el principio cabalístico que dice que la alegría pone en movimiento nuestras chispas de luz y produce salud.

Lo cierto es que hasta su marcha, nunca lo vi enfermo. Hoy, como cada año recuerdo su figura, su carisma y la gran herencia espiritual que nos dejó y me siento más pequeñita. Él solía decirme, “¿pero Milena, cómo eres tan pequeñita?, y yo le sonreía, sin saber muy bien qué responder. Han pasado los años, no he crecido mucho más, aunque sí espero haber forjado más mi conciencia a la luz de su saber y el de mi Madre.

Incluyo también un escrito de mi Madre, la luz interior que alimentó la enseñanza de mi Padre. Gracias a los dos por vuestro legado espiritual.

Escrito de GermainK, mi madre, sobre la figura de St. Germain

St . Germain no es el personaje legendario e histórico que se cree comúnmente sino un estado del alma. Es como una llama que brilla y se vehicula, de un periodo a otro. Una manera de ser que el individuo escoge libremente encarnar, para seguir transmitiendo, es la antorcha, el testigo que le pasa a otro individuo. St. Germain no es el elegido de un periodo cualquiera, sino una condición,cabalista, evidentemente. Se caracteriza por lo siguiente: por un desinterés absoluto que se sitúa en las regiones más sutiles del ser y que, una vez que se ha adquirido, se transforma en una segunda piel. El principio, la base que permite el desapego es la no identificación de la vida que estáen uno mismo. No identificarse con nada de lo que uno es en la presente existencia, ni con lo que uno piensa o siente, ni con la raza, ni el sexo al que se pertenece, ni la condición social, ni sobre todo con sus circunstancias. Esta es la verdad de la Cábala, todo lo que uno es, piensa o hace pertenece al contexto espacio- temporal en el que se encuentra y en el cual rigen leyes bien precisas e impera la misma estructuración. Esta estructuración nos permite evolucionar, -sí-, enla existencia, pero constituye a la vez nuestro limite, nuestras limitaciones.

La muerte de la que hablan todas las religiones no es la muerte muerta de nuestros deseos, es la muerte buscada y conquistada de nuestras limitaciones. Una muerte intensamente viva y que pasa por la toma de conciencia de esta verdadera vida en nosotros, intemporal, no pudiendo identificarse con nada porque no pertenece a nuestra estructuración humana espacio- temporal .  Esta vida se llama Aleph y nuestra existencia, la energía sometida al tiempo se llama Yod. Aleph y Yod son las dos caras opuestas de una misma energía, intemporal por el Aleph y temporal por el Yod. El Yod quiere durar, hacer evolucionar, mientras que el Aleph lo hace saltar todo por los aires porque es una energía eternamente fresca, nueva, creadora en el presente, omnipresente pero no siempre es consciente de ella misma. Esta energía Aleph no tiene finalidad, ni pasado, simplemente ES. Yace enterrada si uno la deja dormitar, se despierta en nosotros si la despertamos. Sería pura abstracción si el Yod no le diera existencia (¡vaya tinglado! ). El Aleph existe a través del Yod pero muere a sí misma, a su esencia atemporal cuando se encarna, cuando se transforma en energía existencial. De ahí el gran peligro, el gran error de la identificación de la vida con cualquier cosa que existe.

Cuando uno recibe una información de otra dimensión bajo forma de intuición, ésta es inmediatamente succionada por nuestra estructura intelectual y uno tiende a introducirla en su propio sistema de pensamiento. Entonces, muere a símisma, deformada, y en vez de vivificar nuestro ser, sólo sirve para hinchar nuestra estructura existencial (el Ego) y lo más normal es que a raíz de ello el interesado se crea que es un profeta imbuido de una misión. No se da cuenta de que acaba de iniciarse en él un proceso entrópico (muerte muerta) irreversible. Entonces, ¿Qué puede hacer? La única actitud correcta -la del cabalista-consiste en recibir la información para dejarla vivir su propia vida en nuestra ser, pero negándose a sacar de ello un provecho.