Lujuria
La definición de lujuria responde al apetito desordenado, incontrolado, desorbitado de los placeres y es un término que suele asociarse al consumo excesivo de un deseo, principalmente sexual. Pero la lujuria también equivale a la abundancia, del latín luxus, por lo tanto es la estimulación de los sentidos a través de una sobreactuación de los deseos, una exposición que responde a un cierto descontrol de la energía de Venus en el mapa astral. Cuando la pasión por algo que se posee se vuelve lujuriosa, la personalidad se precipita al abuso de una energía incontrolable y pendenciera que desea consumir sin cesar aquello que anhela.
¿Por qué la lujuria se incluyó en la lista de las transgresiones?
Para entenderlo tenemos que recurrir al sistema del Árbol de la Vida. Netzah en el Árbol es la sede del planeta Venus y se sitúa en la Columna de la Derecha, la de la Tolerancia. Venus a través de Netzah tiene como propósito elevar nuestros deseos y emociones, nuestros sentidos y sensaciones hacia la cumbre, hacia la trascendencia. Pero recordemos que, como somos seres espirituales en busca de una experiencia material, el Venus planetario se conecta con Malkuth y nos lleva a experimentar en el dominio físico y material. Para entender una virtud, muchas veces hay que experimentar su polo contrario.
Para poner un ejemplo gráfico, recurro a una de las disertaciones de mi Padre tratando de enseñarme Cábala de forma coloquial. Mirando una película del Oeste, en una escena unas “señoras de bien” recriminaban la actitud de una forastera a la que atribuían intenciones de flirteo con sus maridos. La intervención de unos de los aludidos zanjó la discusión con un argumento irrebatible: “¡¿acaso reconoces sus intenciones, te son familiares por haber sido antes de casta, tú misma, ramera?!”. Recuerdo la frase lapidaria de mi Padre al respecto:
La virtud se otorga cuando el defecto se ha reconocido, perdonado y superado.
Venus es el arquetipo que recrea el instinto de querer más, que infunde al deseo la necesidad de captar el pensamiento para sí para que la razón no intervenga y altere los planes. Un Venus perturbado, descontrolado promueve la lujuria, el exceso de permisividad, desvirtuando el sentido de una moral coherente, fomentando el exceso de lo “bueno”, que es un “mal” que la persona no ve.
En el plano emotivo Venus destila un gran atractivo, enfatiza los sentidos, es como el vino que embriaga y que te suelta la lengua, la sensibilidad; es la fiesta de las neuronas, la serotonina segrega sin control. Todo es deseo, sensualidad, desinhibición y bajo el efecto de la lujuria las funciones de la conciencia se marginan.
La lujuria ama la diversidad
Dice Kabaleb que la Lujuria ama la diversidad, es decir que busca socios afines a sus planes en cualquier lugar, en lo externo y en las tendencias internas, para seguir reuniendo condiciones y afianzarse… hasta el punto de saturación; es entonces cuando entra en crisis.
Cuando surge la crisis la función “templanza” tiene que emplearse a fondo para transformar ese defecto en virtud. Revertir ese proceso no es aplicar la “castidad”, sino la moderación, porque si castras y reprimes, acabas fortaleciendo aquello que tratas de contener. Dejar de fumar reprimiendo el deseo de fumar condena al adicto a la desesperación, bien lo saben los que han tratado de dejarlo.
La lujuria proviene del pésimo uso de Venus. Pero no se trata de buscar en la carta astral los malos aspectos de este planeta, porque al contrario, podemos encontrarnos que las mejores disposiciones de este arquetipo son las que provocan el abuso, y hay que analizar con amor y comprensión ese mecanismo que boicotea la personalidad. Una de las posibles causas del descontrol de Venus puede radicar en una ausencia de amor, de autoestima, de confianza, en una progresiva e inconsciente ansiedad y angustia ante el porvenir y que, por defecto, el individuo quiera “saturarse” de placeres inmediatos, debe saciar sus instintos para colmar sus deficiencias.
Ciertamente hay etapas en la vida en que la lujuria casi forma parte del guión de la existencia; en la post adolescencia los instintos pueden ser lujuriosos, pero cuando esa tendencia sigue agazapada en la personalidad, se puede volver crónica y afectar otras áreas de la sensibilidad. La creatividad está ligada a Venus, la musa, la sensualidad y sexualidad, el amor terrenal y carnal. Pero si reducimos su uso y disfrute exclusivamente a lo efímero, se desvirtúan sus excelencias. Limitar el poder del deseo a los instintos más terrenales es desaprovechar a la esencia más elevada de Netzah.
La Lujuria produce un progresivo oscurecimiento de la conciencia, de manera que el Ego Superior no consigue comunicar sus excelencias a su contrapartida material, no asiste espiritualmente al individuo y entonces es vulnerable al más pequeño contratiempo que le depara la vida: si se queda sin el objeto de su deseo, se hunde, se desespera. La solución es captar la energía de los Mundos de Arriba, nutrir de lucidez nuestra mente práctica para encontrar el justo término medio. Como dice Kabaleb:
El lujurioso es un ser vulnerable, un ser que naufraga en la más pequeña tempestad y por consiguiente, alguien con el que difícilmente se puede contar.
Los efectos de la Lujuria debilitan la luz de la razón y de la conciencia. La clave está en trascender, hacer más fuertes los sentidos superiores, la inspiración, la intuición, la sabiduría, la belleza de los sentidos más espirituales. Hemos venido a disfrutar de la vida en todas sus manifestaciones, sepamos apreciarla y aprovecharla como se merece.
Continuará