Kabaleb nos enseñó a buscar al maestro interior, que según sus enseñanzas anida en las profundidades de nuestro ser. La Cábala nos enseña el camino del aprendiz para convertirnos poco a poco en seres autosuficientes capaces de irradiar amor por los cuatro costados.
Esos cuatro costados por donde destilamos esa energía amorosa, se relaciona con el diseño del Árbol de la Vida y los 4 Mundos en los que se despliega la presencia objetiva de 10 Sephiroth, (La organización del Árbol de la Vida - Etz Hayim).
Estamos hechos a imagen y semejanza de Etz Hayim o el Árbol de la Vida, y nuestra historia personal es la historia misma de la Creación. Nuestra existencia depende de cómo administramos las energías procedentes de estas fuentes y depósitos a la vez. Kabaleb nos decía que la energía que más nos alimenta es la de Hochmah, (La esencia de Hochmah, sabiduría), porque es la que mana de la gran fuente de vida y la que se conecta al corazón, sin artilugios. La Cábala nos enseña algo que ahora algunas disciplinas están introduciendo con mucho éxito: la bioingeniería cuántica.
La bioingeniería cuántica estudia la coherencia cardíaca; nos propone sintonizar con los latidos del corazón, un compás que nos permite estar unidos a nuestro ser interno y al corazón del planeta, junto con todos los seres que se conectan a esta misma frecuencia; también delata nuestras incoherencias y nos indica la manera de reequilibrarnos.
El corazón, es el segundo cerebro o, como a mi me gusta señalar, el primero en importancia. Posee unas 40.000 neuronas, y es capaz de organizar nuestro sistema límbico, para que podamos entrar en resonancia con la verdad unitaria, superando la dualidad, siempre y cuando sepamos utilizarlo. Cuando escuchamos nuestro corazón, estamos conectando con el principio de la vida, con ese primer latido de la humanidad, de nuestra humanidad, prestando atención a lo que tiene que decirnos.
Para la Cábala, esa conexión se ubica en Tiphereth, (La esencia de Tiphereth, la conciencia y la belleza). Cuando entramos en resonancia con el corazón, estamos entrando en la esfera de este Sephirah que nos conduce al Padre, es decir al Yo Superior, a la chispa divina que guía nuestra existencia. No hay más autenticidad que la del corazón, nos señalan a menudo los sabios, y esto es así porque en Tiphereth, se centralizan todas las corrientes del Árbol de la Vida, mediante los Senderos, (Los 32 Senderos iniciáticos del Árbol Cabalístico), que partiendo de un Sephirah, en su recorrido por el Árbol, van finalmente a descargar toda su experiencia de conocimiento y sabiduría al mismo centro de Etz Hayim, a nuestro corazón, a nuestro Sol central.
Así, todo lo que baja o sube, al llegar a Tiphereth, se purifica, pasa por un proceso de alquimia. Este es el propósito del Sol y del símbolo que representa, el oro. Ser todo corazón es estar en resonancia con Tiphereth, con la unidad, con la integridad.
Cuando estudiamos un tema personal, con la Carta Astral y el Árbol de la Vida, incluyendo los programas de los Genios de la Cábala, establecemos una relación directa entre lo que la persona está experimentando y lo que su programa Tiphereth le está sugiriendo. Tratamos entonces de detectar y analizar las incoherencias, y cuando la persona consigue restablecer la unidad con su coherencia personal, todo fluye, la energía del pericardio se relaja, y el ser vuelve a estar en sintonía consigo mismo.
La bioingeniería cuántica persigue mejorar la calidad de las frecuencias cardiacas y basa parte de su diagnóstico en tres factores: La atención, la compasión y la intención.
Intención: En Cábala relacionamos la intención con el movimiento YOD, la letra hebraica o estado de conciencia que desarrolla el potencial de la voluntad, que desencadena el impulso, no solo para saber el por qué, sino fundamentalmente el para qué de cada intención.
Compasión: es el estado interior que asociamos a la letra HE, interiorizando la acción, conectando con el amor que le ponemos a la intención primigenia. La HE es la transmisión de la vida, una letra que baja del depósito de Hochmah, (amor puro), y que nos permite aliviar el sufrimiento.
Atención: la relacionamos con la letra VAV y el movimiento que nos lleva a exportar la intención y la compasión, porque atendiendo, escuchando, prestando atención a nuestros procesos vitales, a nuestra evolución, nos convertimos en seres auténticos y destilamos amor. El significado de la VAV es transmitir.
Yod-He-Vav-He, en las cuatro letras del Tetragrama sagrado, la cuarta letra, que se repite, genera la explosión de la vida, igual que el corazón representa con cada latido el incesante tic-tac de un proceso de sístole y diástole que solo se detendrá biológicamente al final de la existencia para volver a integrarse al gran latido cósmico; sepamos pues, conectarnos conscientemente.