En el pórtico del Templo de Delfos reza: “Conócete a ti mismo”. Este podría ser el leit motiv de esta ciencia milenaria que aplica sus conocimientos al servicio de la evolución del ser humano. El mapa astrológico es un libro de ruta, un mapa de orientación, un diccionario. El estudio de una carta natal no pretende desvelarnos el futuro, sino el presente. La astrología es una herramienta de consulta que nos ofrece la posibilidad de viajar al interior de la psique y en el denso laberinto de las emociones. Es la antecesora del moderno psicoanálisis. La astrología nos ayuda a descubrir tendencias, a comprendernos mejor. Busca la causa para descifrar los por qué. Los astros no nos dicen si el príncipe azul aparecerá en nuestra vida, ni si nos tocará la lotería. Pero sí puede ayudarnos a identificar nuestras debilidades, limitaciones y bloqueos y ayudarnos abrir nuestra conciencia para acceder a nuestro potencial dormido. Nos habla de riquezas interiores, de cómo generar abundancia o de la orientación de las pruebas a las que nos somete la vida y cómo enfrentarnos a ellas, nos ayuda a encontrar claves de acceso a nuestro poder personal.
La Astrología es un instrumento que descodifica la información dibujada en el mapa del cielo del consultante. Tiene un significado tan profundo como serio, siempre y cuando el análisis del consultor sea respetuoso y honesto. No se trata de saber más que el interesado acerca de su propia vida, utilizando esa información para manejar su voluntad, ese sistema genera arrogancia y la falta de escrúpulos. El estudio de la astrología no nos dibuja el emplazamiento exacto de una experiencia, ni nos dice qué debemos o no hacer para tener una vida perfecta. No nos indica si aprobaremos los exámenes o cuándo nos moriremos, aunque existan personas destructivas que sentencian al incauto. La astrología nos da pistas, nos habla de tendencias, genera expectativas en relación con nuestras aptitudes y recursos, activando los mecanismos de alerta para defendernos en caso de conflicto. Bucea en el interior rescatando al sabio, al ser magnífico y amoroso. Aumenta la autoestima, porque cuando nos conocemos mejor, afrontamos con mayor garantía los retos, los compromisos. Nos enseña el camino más fácil y cómo evitar errores que nos desvían de nuestra senda evolutiva, nos sugiere cómo aprovechar las crisis para sacarles el máximo rendimiento. En definitiva, nos habla de cómo manejar y mejorar nuestra vida en todos los aspectos.
El trabajo del astrólogo, igual que el del psicólogo o analista busca comprender el significado de las experiencias analizando las causas de las mismas. La única diferencia radica en que la astrología utiliza los arquetipos zodiacales y planetarios, la ley de las analogías en relación con el cosmos, -que significa orden-, desde lo infinitamente grande a lo infinitamente pequeño. Los planetas, los elementos que forman todo lo creado, desde el cielo a la tierra, porque son partes de nuestro macro y micro universo. Somos cíclicos, igual que las estaciones y las fases de la Luna o del Sol. Los antiguos relacionaban cada uno de los cambios observados en la naturaleza con las influencias planetarias, porque el sistema planetario también marca el ritmo de la vida y de la conciencia. Se trata de arquetipos, del griego arkhetypon, que significa modelo, referencia, origen.
Platón definía el arquetipo como un patrón ejemplar, perfecto, eterno de lo que existe en el pensamiento divino y del cual se derivan otros objetos, ideas o conceptos. Jung (1875-1961), halló en los arquetipos no sólo una fuente de inspiración, sino una forma de intuición y realización personal. El ser humano almacena en la memoria muchas imágenes arquetípicas que forman parte del inconsciente colectivo y las utiliza para crear situaciones, para vivir experiencias. Partimos de la base que los arquetipos son abstractos y se manifiestan mediante imágenes, y que éstas provienen de la realidad tangible, sea persona u objeto. Por lo tanto, los arquetipos son formas innatas de percepción, de intuición que determinan la manera en vemos o sentimos el mundo e interactuamos con él.
La casa, la madre, el padre, la escuela, el trabajo, Saturno, Júpiter o el Sol, son reales, y crean arquetipos. Los signos zodiacales son referencias arquetípicas, hace miles de años los astrónomos-astrólogos los detectaron observando la bóveda celeste y establecieron una influencia determinada en relación con los acontecimientos vividos por los hombres. Las grandes mitologías de nuestra historia, la griega y la romana principalmente, desarrollaron esos arquetipos de forma magistral y nos legaron su contenido.
El propósito de la Astrología es presentar esa relación entre todas las cosas. La Astrología utiliza un lenguaje que evoluciona con la historia del hombre. La llave mágica que nos permite acceder a la felicidad está en nuestro interior, pero a menudo los códigos de accesos están velados. Sabemos que, tal y como decía Jung, “cuando una experiencia se manifiesta en el exterior, algo acontece en nuestro interior que necesita atención”, la astrología es al fin un camino iniciático que pretende despertar la conciencia del ser humano para que el escenario de su existencia sea más acorde a su inmensa capacidad productora.