El elemento Agua es el más comprometido porque representa la etapa de las emociones que resultan siempre inciertas, un material que cuesta dominar, comprender y canalizar
La Casa IV
La Casa IV, representada genéricamente por el signo de Cáncer, es donde se produce literalmente la “caída” de los mundos espirituales, representados por los signos de Fuego, (Yod), a un mundo inferior, el del Agua, (He). La espiritualidad ha de iluminar el mundo impenetrable de las emociones para alumbrar una parcela que sin esta ayuda se mantendría en las tinieblas. Se le atribuye el lugar que nos habla de la Madre, la cuna de los sentimientos, el útero, la seguridad que nos facilita el hogar. La Casa IV lleva se refiere a la información de la Madre primordial desde donde la personalidad emotiva nace y donde se reintegra, siempre volvemos a las raíces. No nos habla de la personalidad de nuestra madre, sino de cómo deseamos o necesitamos vivir ese cobijo. Es la percepción de la unidad interior de la que salimos, nos identificamos, nos desapegamos y a la que volvemos para reconfortarnos, para reintegrarnos y sentirnos seguros. La IV canaliza las apetencias interiores, nostálgicas. Es un sector genérico de sentimientos puros, vivos, que transmiten la vida y que nos invitan no generar polución o estancamiento emocional, tarea difícil teniendo en cuenta que solemos apegarnos mucho a las situaciones. Nos expresa cómo construimos nuestro Yo interior desde la base que constituyen las raíces del ser, del hogar, de la infancia, de nuestra relación con la madre, por lo que determinará nuestra manera de construir nuestra propia sociedad, familia o el lugar en el que echaremos raíces.
El alma profundiza en los significados hasta convertirlos en experiencias. Y el alma se cobija primero en un útero, sale a la luz y se identifica con la madre, con la familia, con los condicionamientos, pero no se determina por ellos, sino que busca ese “lugar” llamado hogar, para vivir la mejor opción de desarrollo. Los sentimientos que se desenvuelven en la Casa IV son los sentimientos que necesitamos vivir para experimentarnos a nosotros mismos. Las vivencias de los distintos emplazamientos de la IV son nuestras experiencias personales y la manera de resolver los problemas prácticos en la vida. Es una Casa regida por la Luna.
La Casa VIII
Un sector que corresponde genéricamente a Escorpio, un signo complejo, profundo y de numerosos matices. A la Casa VIII se le atribuye el valor de Eros y tanatos, el amor y la muerte, las herencias, los amores secretos, la pasión, la trascendencia por ser el sector que nos obliga a una primera revisión de contenidos, se trate de nuestros recursos humanos, divino y profanos. Los deseos cobran fuerza y nos llevan a experimentar los límites, nos pone en ascuas, ¿qué hacemos con lo que somos, cómo administramos los contenidos de la psique que son los que florecerán desde la IV?.
Es una Casa de interiorización, donde el individuo ha de proceder a la depuración de sus emisiones internas para llegar a esa regeneración. Por ello se le atribuye a la Muerte el símbolo de transmutación.
Es una Casa regida por Marte, que le confiere la fuerza del Fuego y de esa cooperación nace la vida, la gestación, la generación de almas al torrente de la existencia. Ese es el trabajo alquímico de la Casa VIII, que por una parte nos invita a vivir la expresión de la energía de la vida, pero a la vez la transmutación. Es también la Casa de la energía sexual, el vehículo de energía vital que nos ha de llevar necesariamente a una condición más elevada, hacia la liberación de energías superiores. A través del sexo podemos descubrir nuestra propia revelación interna y nuestra capacidad de compartir, ya que en el éxtasis nos fundimos con algo “superior” a nosotros mismos. Los goces de la VIII no se refieren únicamente a los del placer sexual, sino también a la sublimación de nuestros sentidos, las emociones puras, elevadas darán lugar a una amplia gama de “placeres”, desde vibrar con la belleza de un amanecer o de una melodía, a la expresión del arte, la contemplación de la magia del universo a través de los sentidos. Sin embargo para llegar a este estadio será muy necesario depurar, liquidar, transmutar muchas emociones estancadas.
La activación de la Casa VIII nos sugiere la idea de ahondar en el sentido de la vida y de la muerte. Hallamos en la VIII las consecuencias de esa ”pérdida”, los temores ocultos, la inquietud por la supervivencia, emocional, física, económica. Es por ello que se le atribuye a la VIII el dinero de los demás, las herencias, los valores del pasado, la forma de enfrentarnos a las carencias y la capacidad de reconectarse con ese pasado interno que necesariamente tenemos que asimilar. Como decía R.M. Rilke: “si mis demonios me abandonan, temo que mis ángeles levanten también el vuelo”.
La Casa XII
La Casa XII, asociada genéricamente el signo de Piscis, es una Casa He regida por Júpiter, en co-regencia con Neptuno. Es un sector al que se le atribuye la expresión final de las emociones, donde se viven y se “sufren” las experiencias emocionales generadas en un pasado ancestral. Es la más humana de todas las Casas, un espacio cósmico donde el ser humano pasa revista a sus anteriores actuaciones. La astrología tradicional nos dice que es la Casa de las pruebas, de las dificultades, del karma y puede entenderse con ello que es donde el ser humano deberá someterse a un reajuste, que lo lleva a la evidencia de que debe afrontar sus “deberes” con el plan que la creación le ha reservado.
A través de la IV plantamos la semilla de nuestra individualidad emocional, trabajamos potencialmente el amor en su faceta de emanación. En la VIII experimentamos con esas emociones, tratamos de integrarlas y no ahogarnos, debemos aprender a nadar, a sumergirnos, para volver a emerger. Si todo ello se ha hecho correctamente, en la XII experimentaremos el placer de dar amor, o eso debería ser. Nuestros sentimientos hacia los demás deben ser armoniosos, exentos de conflicto, sabiendo dar amor sin temor. Sin embargo, si en nuestra cuenta del debe y del haber hay un saldo pendiente, ese guión estará lejos de cumplirse y cargaremos con las consecuencias de nuestros actos y negarnos al desapego estaremos aumentando las cargas existenciales. Nuestra actitud será entonces determinante a la hora de vivir futuras experiencias sentimentales.
Las emociones-Agua-Deseos es un elemento rebelde por naturaleza, muy a menudo enemigo de nuestro Yo más elevado. Es por ello que se le atribuye a la XII el sector de los “enemigos” además del inconsciente colectivo. Los enemigos que aparecen en la XII son fruto de nuestras propias creaciones. No obtenemos lo que pedimos, más bien lo que creamos. Por lo tanto, cuando se activa este sector bélico en nuestra vida deberemos ser sinceros y ver dónde se pudo originar el conflicto en vez de volcar hacia el exterior todo el rencor hacia ese enemigo potencial que trata de hacernos “daño”. La privación de libertad, los impedimentos, los engaños, la cárcel están bajo los auspicios de la XII. Todo ello es fruto del empeño de nuestros sentimientos en no querer encajar una realidad que no ofrece condiciones para su existencia.
Sabemos que la XII trae a menudo amargas lecciones, como consecuencia de la negación a buscar en la profundidad de nuestro inconsciente todo aquello que refuerza el miedo, los temores, los fantasmas que se acumulan en nuestro interior. Pero la Astrocábala también atribuye las recompensas a este sector. Cuando hemos saldado cuentas llegan los premios por aquellas acciones puras y elevadas que sepamos acometer. Es por ello que cuando estamos en periodo de Casa XII, liquidación de circunstancias y objetivos, no solo nos tiene que llegar la depuración, sino también la confirmación de las buenas acciones o tareas que hayamos podido crear.