Las mariposas, símbolos de transmutación, por Neus Vila Figareda.
Me gustan las mariposas.
Otro bello y reflexivo escrito de Neus Vila Figareda. Nos habla de sueños, de cultura, de mitología, de espiritualidad.
Sincrónicamente este mensaje me llegó horas después de la consulta de Itziar, que está superando una separación dolorosa y que días después encontró una mariposa preciosa a sus pies, y por ello he pensado que sería hermoso publicar esta misiva.
Sin duda Neus, Itziar y las mariposas están unidas por ese hilo de luz que conecta todas las cosas.
Si los sueños son formas de realización de deseos o intentos de resolver conflictos de nuestro pasado, admito que a menudo las mariposas se pasean por mi cerebro mientras duermo. Tomo conciencia de la necesidad de realizar estas descargas eléctricas para estar más descansada al día siguiente y poder pasar a la acción.
En la cultura celta las mariposas son pequeños seres voladores que tienen unos poderes sobrenaturales sorprendentes y se equiparan a un hada. Quizás esta sea la razón de porqué van acompañadas de mariposas en los cuentos. Si piensas en la feminidad de Campanilla, en el cuento de Peter Pan, recordarás que es un personaje que vive emociones diferentes y que nos hace viajar por momentos dulces, inquietantes y otros más tristes, pero siempre será el hada impulsiva y presumida que vuela con las mariposas.
Los griegos pensaban que cuando alguien traspasaba, su alma se marchaba volando de su cuerpo, como si fuera una mariposa. De hecho, adoraban a la diosa Psyche, el gran amor de Eros, quién está representada con alas de mariposa. Ella era el símbolo del alma, en su significado más espiritual y en la mitología encarnaba también la bondad de los humanos, porque era una joven que se había transformado pasando del mundo terrenal al mundo del Olimpo. Representaban así esperanza, vida, psicología y mente.
Para los japoneses, la mariposa es símbolo de felicidad conyugal, pero también una alerta de noticias sobre seres queridos. Creen en la reencarnación de los seres humanos y, por eso, los bosques japoneses están llenos de mariposas, como si fueran ángeles silvestres que nos guardan, nos miman, nos protegen y nos inspiran, porque su amor incondicional nos acompaña también en el camino de nuestro viaje a Ítaca. Campos de almendros floridos y mariposas, ¡qué pareja de naturaleza tan bucólica!
Quizás me quedo con las tribus africanas que crean metáforas entre la mariposa y el ciclo de la vida humana. El bebé se asocia a la pequeña oruga, que avanza en la adolescencia y juventud y crece hasta llegar a ser una gran oruga que, en su madurez, será una crisálida. Un gusano de seda nace y se va transformando de dentro hacia afuera, hasta que levanta el vuelo una nueva mariposa. A mí, ella me despierta alegría, belleza, fascinación y también calma.
Sea cual sea, en las diferentes culturas, siempre ha sido reconocida como una metáfora en la búsqueda del conocimiento, de nuevos aprendizajes, porque de hecho cuando pensamos en la palabra mariposa siempre nos viene a la cabeza la palabra transformación, cambio y evolución a algo positivo. Y según libros que hablan de sueños, una mariposa es un símbolo de espiritualidad humana y una señal que promete momentos de futuro brillantes porque el destino ha decidido dejarte cambiar de vida, para llevarte a un sitio mejor. Al igual que Peter Pan cree en las hadas, no olvides creer en ti, ¡porque si crees en ti, podrás crear y tus sueños levantarán también el vuelo!
Neus Vila Figareda, activa emprendedora, formadora, vinculada al mundo de la comunicación, el turismo del bienestar. Experta en marketing. Asesora a particulares y empresas del sector turístico; actualmente está centrada en publicar su primera novela, “Torna a volar papallona”.