Construirse una estructura de carácter a prueba del descontrol emocional evita sentirse esclavo de los deseos: el resultado es una mayor y sincera entrega amorosa.
Seguimos reflexionando acerca de las tendencias que perfilan nuestro carácter mediante el test de personalidad.
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¿Sueles entregar a otra persona el mando de tus emociones? sí – no
Es fácil que hayas respondido que sí a esa pregunta, porque es lo más común, es normal ceder el mando a distancia de tus actitudes y que alguien pulse el botón “ahora estás bien, ahora estás mal, amor, temor, ternura, rabia, etc.”. Esa función suele activarse en el periodo adolescente, en el que la construcción de la coraza, de la estructura emocional, (que en Cábala identificamos por la Thebab, un recinto o asilo sagrado donde la naturaleza puede refugiarse de las grandes catástrofes, de los cataclismos propios de una etapa sentimental atribulada), se hace a trancas y barrancas. Uno de los primeros síntomas se da durante el inicio de una relación íntima. Te enamoras y te quedas con el tópico: “eres mi razón de vivir" o "sin ti me muero”. Esa actitud, en realidad, indica y genera inseguridad que en la mayoría de los casos acaba por derivar en celos y control. Todo se hace para que el “otro” sea feliz, para que no pueda prescindir de tu amor, para que dependa al máximo de ti y para que sienta que su mundo eres tú. Es un hecho comprobado que las personas que se dejan dominar por una pareja y que no lo solucionan pasada esa etapa de inmadurez emocional, acaban sufriendo un acoso psicológico y, por lo tanto, son proclives a entregar el mando de sus emociones. Mucha gente se debilita ante un acosador que puede revestir una apariencia bondadosa; hay muchas maneras de hacer que una persona dependa de ti. Esa debilidad, en ciertos casos, puede acabar forjando el carácter y ayudar a que se reafirme, pero en otros lo anula. Entregar el mando, el poder, equivale a dejarse secuestrar: das potestad a alguien que puede utilizarlo a su voluntad, consciente o inconscientemente, y que te programe. ¿Quién no ha dicho alguna vez?: “si tú estás bien, yo estoy bien, pero si tú estás mal, lo paso fatal, así que hazlo por mi”.
Una cosa es la empatía propia de quien se siente partícipe del estado emocional de otra persona con el propósito de ayudarle, y otra muy distinta es sumirse en la debacle de alguien que se siente superado por su estado anímico. Yo no acompaño a nadie en sus densos o tristes sentimientos, sino que le ayudo a superarlos.
Evita pedirle a alguien que te haga feliz, no le cedas el mando de tu vida. Es más rentable compartir tu plenitud y contribuir a aumentar su dosis de autoestima y bienestar. El amor siempre suma.
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Cuando surge un problema, ¿sueles buscar culpables y descargar tu irritación en quien tienes más cerca? sí – no
¿Has sido sincer@ con la respuesta? Seguro que si reflexionas fríamente sobre esa cuestión probablemente acabes confesando que en más de una ocasión has buscado culpables fuera para descargar tu impotencia o falta de control de una situación. La teoría nos la sabemos, pero ponerlo en práctica es mucho más difícil. Claro que si eres una de esas personas que sabe hacerse cargo de sus propias emociones y no entregas a nadie el mando, tampoco culparás a nadie, ni descargarás tu irritación en los demás; sabrás comprender para qué estás viviendo una determinada experiencia y asumirás tus propias responsabilidades, las mejores y las peores; de aquí a la sabiduría va un paso.
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¿Sueles pensar en el efecto que causas en los demás? sí – no
Claro que si no eres capaz de asumir tu rol en cualquier situación, tratando de comprender qué se oculta detrás de un conflicto determinado, tampoco pondrás atención en los efectos que causan tus salidas de tono, tus respuestas emocionales, tu descontrol. Simplemente estallarás sin pensar en los demás. Y a menos que tengas la suerte de tener cerca a quien sabe asumir esa carga sin sentirse afectado, sin que aprietes el mando de sus emociones, tus reacciones provocarán desconcierto, enojo, conflicto, que también deberás acabar asumiendo, piénsalo, se te acumulará el trabajo. El efecto de tus actitudes ante la vida determina tus relaciones y tu propia autoestima. Obsérvate y aprende de tus reacciones.
Continuará…