Proyectemos el amor más allá de los límites de nuestra individualidad. ¡Feliz Navidad!
Más allá de cualquier religión, la Navidad representa un momento estelar en el año, cuando la Luz Crística es un potente faro para la conciencia humana.
Es fácil imaginar la cara de sorpresa e incredulidad con la que me miraban y escuchaban mis pequeños amigos de hace tantos años allá en Paris, cuando dándoles toda clase de explicaciones les contaba que en mi casa, la noche del 24 de diciembre, se presentaba el Ángel de la abundancia al que alimentábamos con verduras y que la noche de Navidad nos dejaba toda clase de manjares debajo de una mesa camilla a la que le dábamos sendos bastonazos cantando “caga Tío avellanas y turrón”, que traducido al francés queda muy poco elegante.
Una nueva cita en el Centro Paideia para disertar sobre Qabbalahy el significado simbólico de la Navidad, un acontecimiento que nos moviliza año tras año desde hace más de 2000 años. Se trata de la escenificación de una tradición que más allá de un puro consumismo, nos lleva a comprender que los ritos responden a la necesidad de tomar contacto con una parte oculta de nuestra psique, representar una escena arquetípica que recrea un estado interior que genera toda clase de sentimientos.
Hablamos de un Nacimiento y acontecimiento simbólico, espiritual, una fiesta de luz que prepara nuestro cuerpo más trascendente para que reciba desde el corazón, una nueva vida con el propósito de iluminar nuestras corazones.