Del estado de alarma oficial, al estado de quietud interior
Ya estamos oficialmente en estado de alarma en España, -aunque ya lo estábamos desde hace días a tenor de los bombardeos informativos de todos los medios de comunicación-, pero ahora la oficialidad nos da permiso para espantarnos con razón, -por si quedaba alguien que se resistía a ceder al pánico generalizado-.
Un escenario caótico
El goteo de información es incesante, llegan WhatsApps, (ese medio totalmente fidedigno más rápido que el rayo), y nos cuentan, por si se nos ocurre no mirar la televisión, que hay especialistas que saben mucho, que afirman que TODOS vamos a sufrir el Covid-19, -sin pretexto ni excusa alguna-, como decía Kabaleb; que unos lo vivirán asintomáticamente, otros enfermarán leve, otros grave y algunos morirán.
¿Qué tiene en común aquella etapa de la historia, periodo archiconocido por ser una época de oscuridad, plagas y miseria, con la de ahora? Pues que también es una etapa de oscuridad y desolación cuando el miedo invade y se vuelve contagioso.
Utilizando el análisis y la simbología cabalística, diría que estamos en plena debacle existencial, en plena travesía del desierto, como aquella que llevó a los antiguos hebreos a vagar durante 40 años en busca de la Tierra Prometida, y ¡la tierra prometida en este caso es la que está libre del Coronavirus!, una infección que está atacando, en realidad, más los nervios que el propio organismo. No serán 40 años, pero se aplica la cuarentena, tal y como son 40 los días de ayuno que propone la cuaresma, todo para limpiar el organismo de toxinas, pero creo que habría que empezar por estar 40 días desconectados del “gurú” televisor, que es quien básicamente genera pánico y desafección.
Solo buscando una explicación fuera del circuito “oficial”, puedo tratar de entender lo que está pasando.