Introspección, meditación y análisis son las consignas de una conjunción Sol-Luna con eclipse incorporado.
La Luna Nueva en Leo cae el día 21 de agosto a las 18:30, hora solar y a 28º53’ de este signo.
La estimación del cómputo de un año solar es de 365,24199 días, tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del sol. El ciclo lunar es de 28 días. Si dividimos 365 entre 28 obtenemos 13 ciclos lunares + 1 día.
Este es pues el segundo Novilunio que cae en Leo este año.
El grado planetario en el que se manifiesta esta conjunción, es un grado Yesod-Luna.
La segunda Nueva Luna de Leo se da en el último decanato y un grado de manifestación, (Yesod), y coincide con un eclipse total de Sol. Este eclipse se origina cuando se alinea el plano orbital de la Luna, que suele estar a unos 5º de inclinación respecto al plano orbital de la tierra girando alrededor del Sol y, en este caso, la Luna cubre totalmente el Sol, desde la observación desde la Tierra. Eso solo puede ocurrir en la conjunción Sol-Luna. Es un fenómeno importante desde el punto de vista simbólico porque representa que la energía femenina eclipsa la masculina y, al darse en un grado Yesod-Luna, sus efectos pueden ser realmente impactantes vividos desde la conciencia interior.
La mala fama que tienen los eclipses proviene de la superstición. En la antigüedad los eclipses se asociaban a la fatalidad. El Sol se cubría con un manto, se oscurecía, (solo era visible totalmente en ciertas partes del mundo), y se anunciaban toda clase de desgracias porque la ausencia del Sol por minutos podía suponer, según aquellas creencias, que las tinieblas, el mal, caería sobre la humanidad. Nada más lejos de la verdad. Aunque sabemos que la fuerza del pensamiento gregario puede producir fatalidades a quienes se obcecan en proyectarlo una y otra vez, porque se empeñan en convertirlo en crónico; es como cuando alguien se repite constantemente: “no puedo, no sé, todo está mal”, acaba creyéndoselo y experimentándolo.