El Naufragio, un relato de Kabaleb

Campo de lavanda  con arbol en el centro

El Naufragio

Un pequeño relato que he descubierto recientemente entre mis papeles, escrito por Kabaleb hace más de 40 años, y ¡redactado a máquina y en papel cebolla!, que nos cuenta una historia de rigurosa actualidad.

El Naufragio

En el barco navegaban unas 144.000 personas, incluyendo pasajeros, marineros y la oficialidad. Aquel buque, que en su construcción había sido calificado como una obra monstruosa, era la creación maestra y personal del Capitán Ingeniero que ahora lo tripulaba. El Capitán José era un hombre de misión, sentía que era un enviado de Dios para realizar algo grande en el mundo. Cuando sus circunstancias personales le permitieron ocupar un puesto de director, comenzó a crear aquellos astilleros que poco a poco absorbieron la vida del país, dando trabajo a centenares, millares y luego decenas de millares de obreros. Aunque sus principales colaboradores le criticaban a sus espaldas considerando aquella obra inútil, el Capitán José se enardecía más y más en su empeño, tomando precisamente las críticas como la razón de su obra, la razón metafísica que le daba aliento para proseguirla. Le gustaba decir gloriosamente que el barco había sido construido por obra y gracia de Dios y que sin la ayuda del Altísimo, la obra que tantas hostilidades desencadenaba, no se llevaría a cabo.

Kabaleb

Composición Kabaleb

Enrique Llop Sala, (Girona 1927-1991) fue periodista, escritor y filósofo; astrólogo y cabalista, autor de una gran obra científica y psicológica, ya que elevó la astrología a la categoría de ciencia, uniéndola con la Cábala, creando la Astrología Cabalística o Astrocábala, como él la bautizó.

Kabaleb, pseudónimo que adquirió después de profundizar en el estudio de la Cábala, pretendía situar al ser humano frente a su verdadero camino existencial. De muy niño ya apuntaba maneras, a la edad de 4 años ya sabía leer y escribir perfectamente y con 14 años publicó su primer artículo en Los Sitios, (diario de Girona). Cursó la carrera de periodismo en Madrid y en pleno servicio militar, se exilió a París. Allí empezó una nueva etapa de su vida que duró más de veinte años. Descubrió el ecléctico mundo del existencialismo y sus destacados pensadores e intelectuales, allí conoció a su esposa, -nuestra madre, Madeleine Postic-, con la que tuvo 5 hijos.

Sus años en París fueron los más intensos de su vida, tal y como él solía describirlos. Eran tiempos fascinantes, de grandes revelaciones y los consideró su verdadera formación. No disponía por aquel entonces de un lugar fijo para dormir, salvo una pensión que compartía ocasionalmente con un amigo, por lo que pasaba las noches en los cafés-bistrots empapándose del idioma y de las tertulias literarias, además de ayudar en los distintos oficios de cocina de los restaurantes, y los días en la biblioteca de la Sorbona, entre otras. Allí devoraba manuales y manuales de conocimiento: filosofía, humanismo, economía, política, literatura, teosofía, esoterismo, etc., hasta que descubrió la Astrología y la Cábala, lo que resultó ser para él una auténtica revelación y su pasión hasta el final de sus días. Por aquel entonces data la primera carta astral que se hizo y los comentarios al pie: “será conocido y reconocida su labor después de muerto”.