Abrir un libro es abrir las alas de aquellas cosas que nunca acabas de conocer.
Joan Baptista Humet
Tal y como dijo el poeta y cantautor, esta afirmación es de lo más innegable, porque escribiendo, leyendo, nos adentramos en el insondable universo de las preguntas que surgen a cada renglón. El autor nunca termina del todo de escribir su libro, ni el lector de leerlo, cuando las palabras nos permiten viajar a través del universo cuántico de las sensaciones, a lomos de la imaginación, para descubrir que siempre hay un algo más…
La escritura y la lectura nos proponen un viaje interior, nos describen este apasionante recorrido por los laberintos de nuestras propias inquietudes. Desde la introducción, a la conclusión o epílogo, el lenguaje nos propone, nos sugiere y, definitivamente, nos une.
Esa unión la he sentido durante las presentaciones del libro, cuando los diferentes maestros de ceremonias y los pacientes y espectadores, a través de sus reflexiones y preguntas, me sugerían nuevas ideas.
La Cábala nos habla del Árbol de la Vida, análogo a la estructura de nuestro cuerpo físico, que es la base sobre la que edificamos nuestras circunstancias.