El añorado verano, una de las estaciones más esperadas del año según la mayoría de la gente y que, sin embargo, psicólogos y terapeutas coinciden en afirmar que es una época que suele arrastrar muchas movidas emocionales.
Las estaciones en la naturaleza
El estudio de cómo nos afecta el clima, o los cambios estacionales está enmarcado en una de las ramas de la ciencia de la vida. Fue Wilhem Reich, gran investigador de la psique humana y contemporáneo de Freud, quien explica que los procesos climatológicos guardan una estrecha relación con los procesos personales.
El prana o Chi u Orgón, como lo identificó Reich está presente en todas las cosas, presente en todo el universo. Es una energía, que irradian desde los microbios, las plantas y animales, a todas las formas de vida. Sus investigaciones entre los años 1936 y 1950 se centraron en encontrar una relación directa entre el comportamiento del ser humano, el de la naturaleza y el medio en el que vive. Observó que las causas de ciertos desequilibrios o trastornos del carácter no sólo pueden originarse en el subconsciente del individuo, sino que también se derivan de una inestabilidad Orgonómica, es decir, de la mala gestión y calidad de la energía vital que posee la persona y la naturaleza. Afirmaba, por ejemplo que así como la naturaleza crea corazas en las plantas que deben resistir en el desierto, el ser humano cuando es víctima de lo que él denomina desierto emocional, se inhibe, se retrae y desconfía. Se vuelve inquieto, e irritable, acorazado y muestra agresividad y al igual que el cactus que pincha para protegerse. En un medio hostil, la savia de la vida se seca y las células pierden vitalidad, alterando así el sistema inmunológico.