El Gran Teatro de la Vida

Campo de lavanda  con arbol en el centro

El Gran Teatro de la Vida

Ilustración con dos peluches de oveja con corazones bordados en vientre

Nos cuenta el alquimista Hermes Trimegisto, al que se atribuye la autoría de los 7 principios herméticos que rigen el mundo, y que se describen en el Kybalion, -un pequeño manual redactado por Los Tres Iniciados-, que la primera ley o principio es el Mentalismo: “El Todo es mente; el universo es mental”. En definitiva nos expresa un axioma archiconocido: el mundo es maya, un imago, una proyección mental creando el holograma en el que estamos inmersos. Diseñamos nuestro universo y lo que pensamos determina nuestra realidad. Una ley y una afirmación controvertida y que nos compromete ya que, al tenerla en cuenta, ya no podemos zafarnos de lo que vivimos, ni dar la “culpa” al de enfrente, ni tampoco vivir desde la periferia y en la tibieza. Es una implicación que requiere mucha conciencia interior.

Como esta es, para muchos, una cuestión bizantina, no es mi intención convencer a nadie de lo que somos capaces de proyectar y conseguir con el poder de la voluntad, la intención, el amor, enfocándolo todo a un objetivo. Solo deseo proponer una reflexión que tiene mucho que ver con el hermetismo del Kybalion, y que tal vez pueda contribuir a trascender muchas de las situaciones en las que nos implicamos desaforadamente, sumergidos, engullidos por la vorágine de acontecimientos, de noticias, de informaciones que suceden a diario y que no nos dejan tiempo ni para encajarlas y ni para meditarlas. Vivimos en un estrés permanente.