Conferencia-coloquio a cargo de Milena Llop acerca del sentido profundo de la Pascua y su repercusión arquetípica en nuestras vidas.
Vivimos momentos convulsos, pero son también momentos de cambios de conciencia que requieren una gran fuerza de voluntad para encontrar el sentido profundo y positivo y no dejarnos llevar por los augurios de una sociedad que se debate entre las sombras y la luz. Todos estamos en el mismo barco, pero hay quien maneja mejor el timón, otros que se pierden en las densas neblinas, otros surfean en las olas, algunos bucean, pero el mar de las emociones nos atrapa a todos y lo mejor es aprender a nadar para poder salir a la superficie en caso de necesidad.
Las enseñanzas cabalísticas, una tradición familiar y ancestral que llevo años estudiando, nos habla de la Pascua como de un momento de gran intensidad.
Cada Luna Llena de Abril, cuando el Sol atraviesa el signo de Aries y la Luna se sitúa en el signo opuesto, en Libra, se celebra un acto litúrgico de honda repercusión. La Pascua no sólo escenifica la muerte anunciada, real de Cristo, sino de una muerte mística, simbólica, la de la transmutación del alma a un estado superior.
Es frecuente escuchar a la gente decir que se siente triste, que la primavera les altera, que su estado anímico decae, que les falta sangre o que tienen encogido el corazón. Todas sensaciones se vinculan a unos días del año en que la energía solar masculina y la lunar femenina están en el punto máximo de exaltación.
La primavera marca el principio de una etapa que en Cábala definimos como Yod, la naturaleza empieza a despertar de nuevo y nos propone renovarnos, adquirir nuevas ilusiones, regenerarnos para ser capaces de conquistar las más altas cimas de nuestra identidad. Aceptar esa “carga”, esa responsabilidad, esa luz no siempre resulta fácil.
El impulso crístico nació el 24 de diciembre en la noche más oscura del año, para impregnar el corazón de los hombres, tratando de iluminar un nuevo mundo que aún no ha sido revelado a la conciencia. La Luna Llena de abril, anuncia el final de la cuaresma, (cuatro), esa etapa de introspección, de meditación y recogimiento que la iglesia exotérica ha asociado con el ayuno. El trayecto hacia el Gólgota, es decir esa peregrinación del hombre en busca de su trinidad, es el anuncio como un periodo denso, cargado de simbolismo.
Las procesiones de Semana Santa que se recrean en muchos pueblos de nuestra geografía representan este drama cósmico en el que Jesús lleva la Cruz a cuestas en su Vía Crucis.
Comprender en qué y por qué nos afecta, seamos creyentes o no, ya que es una fecha señalada y vívida desde hace más de dos mil años, nos abre la mente y el corazón a ese extraordinario episodio, porque nuestra conciencia sumida en las tinieblas puede volver a la Luz, celebrando este acto simbólico y transmutador.
Esta conferencia pretende ser un coloquio que nos lleve a tratar de encontrar algunas respuestas. ¿Cómo asumir los cambios, los retos, las movidas que nos descolocan?
Juntos tal vez arrojemos un poco más de luz a ese periodo de nuestra vida tan poco comprendido y tan opacamente vivido y que puede despertar en nuestro interior los más elevados ideales, para vivir en más conciencia y Amor.
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