Celebra la vida todos los días

Campo de lavanda  con arbol en el centro

El poder del amor y la unión de la energía masculina y femenina transmutan la violencia

El ser hermafrodita se escindió de su mitad y desde entonces ansía el reencuentro.

El goteo de atentados contra la energía femenina, -la mal llamada violencia de género-, está siendo una tremenda lacra y un tristísimo récord en España, con un rastro de desconsuelo e impotencia ante un hecho que en el siglo XXI debería haber pasado a la historia como la peste negra. No llevo el macabro recuento en otros países, pero probablemente se trate de una especie de fiebre maligna que contagia a quien está sumido en una total oscuridad, secuestro y desolación emocional. Atentar contra la vida de un ser humano es la peor de las condenas para el alma, que solo se redimirá dando luz a quien se la quitó en una próxima encarnación. 

Para quienes entendemos la vida como un rosario de anécdotas y un abanico extraordinario de oportunidades de desarrollo espiritual, sabemos que el amor es ese precioso carburante que alimenta nuestra vida y que nos permite superar las tendencias más primitivas de nuestra personalidad, aquellas que forman parte de nuestro pasado depredador. La ley busca la solución a todos los males a través de la represión, pero si a un homicida lo encierras en una cárcel y no lo liberas primero de su prisión interior, lo único que hará será acumular más sentimientos contrarios y vengativos porque la causa profunda de su mal está metida en los bajos fondos de un sistema de navegación tumoroso y, si ese patrón de comportamiento sigue adscrito a su psique, aunque se pudra o se muera en la cárcel, perderá la vida pero no la memoria celular.